"Aquel cuyo nombre está escrito en el agua". Epitafio en la tumba de John Keats.
lunes, 21 de diciembre de 2015
POETAS ROMÁNTICOS INGLESES: CANTO XVIII
Con un balcón donde cuelgan geranios,
con campanas llamándose
en la naciente alba,
con la calle mayor, que se adorna
para el día de fiesta,
con enjambres que salen del panal,
con el filamento de la música
o el cielo repleto de estrellas
comparo el claro dominio
que sobre mí ejerce tu alegría.
Si la vida, que ahora me sonríe,
quisiera ser aún más generosa
y me obsequiara con los tesoros
que ambicionan los hombres,
o la veleidosa mirada de la gloria
detuviera su interés
en mi rostro, haciéndome
desde ese momento su elegido,
no me harían más feliz que tu predilección,
que aventaja a las dádivas de la Fortuna.
Pues mi nombre, cuando tú lo pronuncias.
forma una alada brisa que sopla
entre los álamos de mis sueños,
un chorro de sol que sumerge
a mi ser, como crema de oro,
una caricia más honda
que la que cualquier mano lograría
y esa ventana, de par en par abierta,
al paisaje lamido de rocío
donde la esperanza juega igual que una niña.
Adorada deidad, dame más tiempo
para que puedas conocerme del todo.
Yo apenas he empezado
a decirte lo que eres para mí
y a descubrirme a mí mismo
en este territorio de la dicha.
Pero el río de mis palabras
capaz es de desafiar al reino
de las sombras y, si sigues a mi lado,
podrás sin ningún miedo bañarte en él los pies.
lunes, 7 de diciembre de 2015
LA FUGA
Huir
de los cementerios de albatros,
del viscoso vómito
de las semanas,
de los uniformes que copian.
Correr,
correr incansable,
con las uñas del cierzo
alborotándote el pelo
y metiéndose debajo
de tu camisa.
Arrumbar
no sabes bien adónde,
pero moverte al menos,
insatisfecha
prolongación de tu sombra,
a la espera,
a la escucha.
Salir
de aquí o adivinar una rendija
en el muro,
invitando a forzarla
a empujones.
Suponer
que vuelas, aunque en el fondo
sigas en idéntico lugar
sin casi darte cuenta
de lo mucho que precisas compañía.
miércoles, 18 de noviembre de 2015
S U E Ñ O
Del sendero al inicio desnudo,
en las hojas su beso de plata,
descendiendo en el rayo de luna
se abría tu escala.
Depurada a sí misma, ligera,
diagonal como vuelo de garza,
sin su lastre de barro en las plumas
sentía mi alma.
Alto mar de atolones de dicha
semejaba la noche estrellada...
Al andar, mis pisadas de hombre
cual nubes flotaban.
Con los sueltos cabellos sedosos
y ceñida en tu túnica blanca,
la sonrisa y la mano dispuestas,
allí me aguardabas.
Yo, juntando mis labios ardientes
a tu rostro de luz y de nácar,
en la rosa inmortal de tu aliento
bebía tu savia...
¡Cómo duele volver a la vida,
despertar en un lecho de lágrimas!
¡Y esperar otra noche, otro sueño,
mi amor que te traiga!
martes, 3 de noviembre de 2015
UN SEPELIO EN LA ALDEA
De la espadaña secular bajaba,
cual goterón sonoro,
el enlutado toque de difuntos,
solemne y melancólico.
Daba el calor sobre los cien tejados
uñadas de bochorno
y un viento, fugitivo, murmuraba
al peinar los rastrojos.
El sacerdote, adusto y rutinario,
terminó su responso.
Al fúnebre cortejo despedían
cirios, santos, hisopos.
El camino que lleva al cementerio,
cierto a la par que ignoto,
entre cipreses sin edad dejaba
los pésames lacónicos.
Un descuidado infante se asomaba
al desconchado foso,
como queriendo desvelar enigmas
en un oscuro ojo.
Las hormigas, ajenas, construían
un sendero ciclópeo.
Y algunos gorriones gorjeaban
con vano soliloquio.
Bajo las manecillas de las nubes
pasaba el mundo todo:
indiferente, elemental, manido,
espéculo irrisorio.
En tanto al ataúd, que nos recuerda
que morir es lo propio,
las paladas de tierra lo cubrían
con rumor ominoso...
martes, 20 de octubre de 2015
ÁRBOL DE TRINOS Y COLOR VESTIDO
Necesidad de ti, que me recorres
los meandros de sangre, las majadas
ocultas del aliento, las vaguadas
de triste carne acuartelada en torres.
Apetito candente de que borres
mi pesar con tu boca, a dentelladas
de palpitantes besos, como estradas
sobre una piel en la que nueva corres.
Lascivia clara de tu abril huído,
nivel de sima sin cesar creciendo;
árbol de trinos y color vestido.
Hambre de ti en que me voy sumiendo,
dicha con fiebre de callado ruido,
escrita en versos que te están queriendo...
miércoles, 7 de octubre de 2015
EL COLOQUIO FUGAZ
Desde siempre, mi vida, me esperabas
en una sucesión de raudas fechas
y entre dunas o flores que, deshechas,
ignoraban tal vez que me soñabas.
Pero la hora, mientras tú me hablabas,
ya nos iba robando las endechas.
Tu adiós de bruma con amargas flechas
sobre mi soledad precipitabas.
¡Ay, herida del tiempo presurosa!
¡Ay, desgarro en el ánimo profundo,
presto a morir de aquello que predica!
¡Cómo te siente en tu sazón dañosa
mi alma, que en conflicto con el mundo
más mezquino lo ve cuanto más rica!
miércoles, 23 de septiembre de 2015
POETAS ROMÁNTICOS INGLESES: CANTO XVII
Mira la hierba: es afortunada,
porque resurge del féretro del invierno
y despliega su verde tapiz
sobre la general extensión de colinas
y terruños humildes, creciendo
en los márgenes de los manantiales,
a lo largo de las polvorientas veredas,
aceptando por igual la caricia
del rocío y el balido de los rebaños,
unánime en su ofrenda generosa.
El matrimonio entre el Sol y la lluvia
engendró esta hija alegre
y siempre dispuesta a cubrir
con su sábana las imperfecciones
del barro, la aridez de la tierra
desnuda, como si su destino
fuera embellecer el curso del tiempo,
el fondo de ese cuadro
que con pausado desfilar silencioso
pintan las estaciones.
El mismo efecto provocan en mí
aunadas tu presencia y tu voz,
pues, incompleto planeta, mi carácter
responde a la llamada
de la ternura, al dulce pretexto
de la belleza, a las sonrisas
gozosas de una olvidada juventud,
y se transforma en miles
de pequeños nacimientos
en los prados que vuelve a pisar tu aurora.
Nada conocemos de este itinerario
repleto de misterios
que nos vemos forzados a recorrer
cada día de nuestras vidas,
pero acaso es posible saber una verdad,
repetida con la constancia
de los ciclos que renuevan el mundo:
Dios, que arrojó sobre nuestros hombros
la abrumadora carga de la muerte,
también nos ha legado en desquite
al poderoso Amor...
martes, 8 de septiembre de 2015
C A S I N O
El sudor comienza a resbalar
por mis sienes.
. Debe ser el ambiente cargado.
O quizá la ansiedad.
Ya me han soplado unos cuatrocientos...
Sobre el tapete verde
parecen arañas las manos que se crispan.
El mazo del crupier
rige de manera implacable.
¿Por qué el tío
tendrá que hablarme en francés?
Atento: saca naipe.
Le levanto apenas la solapa,
conteniendo la tensión de mis dedos...
Rombos, un siete.
Toneladas de mala fortuna
se desploman, de golpe, en mi cerviz.
Sin pronunciar palabra me escapo
hacia la calle.
El aire de la noche
brinda una ficticia
absolución, un transitorio
engaño en velos negros.
Si pudiera olvidarme de mí mismo;
si pudiera
no tener que disputar más partidas
de este juego en el que se pierde siempre...
lunes, 10 de agosto de 2015
C Á D I Z
Tus habitantes, como las muchedumbres
de tantas otras ciudades de Occidente,
viven instalados en lo efímero
y en lo trivial.
Durmientes, desconocen
los peces color luna
que saltan en el atardecer
sobre las aguas de sangre,
el misterio que las gaviotas
desde siempre sugieren en el golfo.
Pero, a través de tus calles, en los rincones
llenos de sal de tus torres vigía,
yo he buscado tu alma.
En la penumbra fresca de la Catedral,
los pilares, como verticales veneros,
ascendían a la cúpula
suspendida en su lago de quietud
y silencio.
Luego, la fachada de San Felipe
recordaba que en ti,
los españoles de tres mundos
se proclamaron libres
e hijos por igual de aquella patria
que no era propiedad de una familia,
por más que detentase la corona.
Al regresar y surcar tu bahía,
en las olas temblaba
el vaivén de tu rostro milenario,
mientras que los bañistas se apretaban
bajo las multicolores tortugas
de los parasoles.
Y ahora que, tierra adentro,
revives en mis versos,
siento que nada es como ayer
y que, no obstante,
acaso todo siga siendo lo mismo.
Porque pretendo detener tu memoria,
pero, igual que las arenas
de una cala,
tu recuerdo se escurre sin cesar de mis manos.
lunes, 20 de julio de 2015
GOLONDRINA
Lacerada por espinos
y con el vuelo truncado
una mañana de abril
te recogieron mis manos.
Quise llegar donde el sueño
tiene su nido en un ático
y allí cobijarte, alegre
de estar de tu mal a salvo.
Para tu pico anhelante,
para tu pulso agitado
llovían mis atenciones
con la ternura por bálsamo.
Claro guardián en la noche
alzó mi cariño un palio,
sin que me pesara nunca
ser medicina de un pájaro.
Las notas de un pentagrama
se escribían a diario
con lo que tú me inspirabas
y yo te entregaba a cambio.
Así pasaron los meses,
en sucesión caminando
los unos en pos de otros
como quien sube a un cadalso.
Pero tú andabas inquieta,
con pesadumbre de esclavo,
y en tus ojos una perla
nublaba el vitral del ánimo.
Te comprendí... Ya era hora
de devolverte al espacio
por que colmaras el aire
con arabescos alados.
Después de que te alejaste,
entre pensativo y lánguido
abandoné mi ventana
y me volví solitario.
Desde entonces, a mi vida
la consumen los trabajos...
A mi vida, no al recuerdo
que con tu imagen restaño.
martes, 23 de junio de 2015
PRESENCIA
¿No parará tu abeja de rondarme
con sus tenues violines misteriosos
ni entre retornos cálidos, melosos,
las arras de tus labios de entregarme?
¿No dejará tu canto de hechizarme
en los estrechos pasos insidiosos
donde encalla mi vida ni en los fosos
de turbulentas olas de encelarme?
Soy tu constante regresar de ronda.
En mi llanura de reseco esparto
corolas abro bajo tu colmena.
Vivo en tu voz indómita, redonda.
Podrán crecer escollos en mi cuarto,
pero quiero abrazarte, mi sirena.
jueves, 4 de junio de 2015
LA CITA
Fue tu pulsión, de ávida pianista,
la derribada cárcel de mis hierros;
tu tacto puso en claro oscuros yerros
y fue el azúcar de la dura arista.
El ocaso pasaba amarga lista
y se vaciaba de dolidos perros
cuando tú prolongabas por mis cerros
tu callada ascensión, tu escoplo artista.
Vibró bajo tus olas deseantes
mi ser, como una playa acariciada
por espumas de rojos estertores...
¡Búscame, Amor, con yemas incesantes,
que yo tendré por siempre preparada
una piel para ti llena de flores!
miércoles, 20 de mayo de 2015
POETAS ROMÁNTICOS INGLESES: CANTO XVI
No quieras verme ahora.
El final del verano acorta ya los días,
almacena su provisión de nueces
la laboriosa ardilla,
el cobre lánguido del heno
se asoma en los pajares,
bandadas de estorninos rasgan
el cielo con sus proas negras
y mis ojos contemplan todo esto
convalecientes de su mal.
No, no me veas.
Ninguna de sus galas vistosas
deparó Natura a este mísero,
que llegó tarde al canto
de los vivos setos al atardecer,
de la linfa saltarina
del agua, de la coral
que entonan los pupilos del viento,
y, envilecido por esa desposesión,
camina solitario y cabizbajo.
Es mejor que no me veas.
Si mirases el surco
que en mi rostro ha trazado
el dolor, o la torpeza
de manos que no sienten,
o la curva caída
de mi boca, o mi andar
vacilante que se excusa de todo,
seguro que a mi silueta
no la conocerías.
Definitivamente, no me veas.
Tu luz iba a calcinar
mi avergonzada bruma,
y también sería duro
observar cómo ríes,
cómo respondes con despego
a mi súplica desesperada,
para que, a cambio de las cosas
que antes fueron tan nuestras,
sólo quede mi llanto inconsolable.
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