martes, 3 de octubre de 2023



Los orígenes de las "poleis".
El periodo comprendido entre el 1000 y el 700 a. C. en Grecia fue de mezcla y asentamiento de las poblaciones. La costa de Jonia, en el continente asiático, fue colonizada y a través de esta avanzada se introdujeron en la tradición cultural de los griegos las ideas orientales. La topografía de Grecia (valles fértiles rodeados de montañas, litoral con frecuentes y profundas bahías) favoreció el desarrollo de numerosas ciudades-estado, llamadas "poleis" en lengua griega ("polis" en singular), que al principio estaban gobernadas por reyes y que posteriormente evolucionaron transformándose en gobiernos oligárquicos. La consecuencia de esta dispersión fue el intenso particularismo del carácter helénico y la imposibilidad de fusionarse en una sola nación.
Sin embargo, en algunos casos las "poleis" se unían en Ligas, como ocurrió en Arcadia y en Beocia; en otros, una ciudad-estado conquistaba a sus vecinos, como Esparta, que sometió a Laconia y a Mesenia; en el caso de Atenas, esta "polis" consiguió convertirse en la cabeza del mundo jónico (ajeno a la invasión doria) y en el centro de la región del Ática. Sucedía también que las "poleis" se agrupaban en el culto común a un dios local y formaban una "anfictionía", como las que existieron en Delfos y en las Termópilas. Algunos de los templos de los oráculos, a los cuales acudían los griegos para consultar a los dioses, llegaron a adquirir importancia nacional (Dodona, Delfos). Y por otra parte, los Juegos Olímpicos, que toman su nombre de la ciudad de Olimpia, se convirtieron en grandes festivales deportivos de alcance panhelénico a partir del año 776 a. C., fecha de la primera Olimpiada.
Pero ni todas estas manifestaciones ni el hecho de hablar una misma lengua lograron vencer el acendrado sentimiento de pertenencia a una ciudad-estado, al que se añadía un cierto desprecio que los ciudadanos griegos sentían por las fórmulas políticas de mayor extensión territorial. La amenaza de un enemigo exterior (como lo fue el Imperio persa) alteró en parte la visión particularista, aunque tampoco consiguió suprimirla. Los resultados de esta concepción, a la larga, serían fatales para la independencia de las "poleis".
Hacia mediados del siglo VIII a. C. desaparecieron las monarquías; sólo Esparta conservó esta institución, con algunas características propias. Hacia el año 730 a. C. comenzó el periodo de colonización. Este fenómeno vino motivado por la estrechez de límites y el exceso de población en las "poleis". Los griegos establecieron colonias en las islas de los mares Egeo y Jónico, en las costas de Asia Menor y del Mar Negro, en el norte de África, en el sur de Italia y Sicilia (que comprendían la llamada "Magna Grecia"), en el sur de Francia y en las costas de España. Las colonias se caracterizaban por poseer independencia política y económica con respecto a su "polis" de procedencia, con la cual únicamente conservaron vínculos sentimentales. El comercio se desarrolló con tal firmeza que, aun en el primer tercio del siglo XX de nuestra era, el griego continuaba siendo la lengua mercantil del Mediterráneo oriental.
Fuentes: "Historia de Grecia" (Hermann Bengtson).

Imagen: Ruinas del antiguo templo de Apolo en Delfos, sede del oráculo del mismo nombre.