miércoles, 15 de diciembre de 2021


 Las Guerras Púnicas.

La formación del Imperio romano de ultramar se inició con las "guerras púnicas" (de "púnico", sinónimo de cartaginés), las cuales tuvieron a su vez origen en la rivalidad entre Roma y Cartago. Antigua colonia fenicia, fundada cerca de la actual Túnez, Cartago se había convertido con el tiempo en potencia marítima y colonial, dominadora de la mitad occidental del Mediterráneo. La primera guerra púnica (264-241 a. C.) tuvo como objetivo la posesión de la isla de Sicilia, que los cartagineses trataban de conquistar desde hacía bastantes años. La petición de ayuda por parte de los "mamertinos" (mercenarios de origen italiano que habían ocupado Mesina) dio lugar a la intervención de Roma, que tuvo que improvisar una flota de la que hasta entonces carecía por completo. La contienda librada entre romanos y cartagineses tuvo varias alternativas (derrota del cónsul Régulo, victoria naval de las islas Égadas), pero finalmente acabó con el triunfo de los primeros, que les deparó el dominio de Sicilia, excepto el reino de Siracusa. La isla quedó convertida en provincia romana, la primera de una larga lista que pronto se fue acrecentando. A continuación, Roma se anexionó también Cerdeña y Córcega.
Los cartagineses, lamiéndose las heridas, trataron de compensar sus pérdidas con la conquista y explotación comercial de España. Sin embargo, las victorias romanas sobre los piratas ilirios (230-228) y sobre los galos (238-236), (226-221), que aseguraban el dominio romano del Adriático y de Etruria, Umbría y Piceno, dejáronles las manos libres para oponerse a la hegemonía cartaginesa en España. La segunda guerra púnica (218-201 a. C.) estalló como consecuencia de la toma de la ciudad de Sagunto (219) por parte del general cartaginés Aníbal. Los saguntinos habían enviado peticiones de socorro a los romanos y éstos cruzaron el río Ebro avanzando hacia el sur, en lo que fue el comienzo de su larga conquista de la Península Ibérica (que llegaría a ser la provincia romana de Hispania). Aníbal, uno de los mejores generales de la historia, formó un ejército de 40.000 hombres, cruzó los Pirineos y los Alpes, y derrotó a los romanos (218-216) en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas. A las puertas de Roma, prefirió evitar el asalto frontal y se retiró a Capua a la espera de refuerzos. Según otras versiones, esperaba formar una gran alianza con todos los pueblos italianos sometidos por los romanos. Sea como fuere, Aníbal iba a permanecer en Italia durante trece años y su error al dejar pasar la oportunidad de entrar en la capital del enemigo le acabaría costando perder la guerra.
Aunque a esta gran derrota siguió la defección de muchos aliados, los romanos consiguieron sobreponerse haciendo alarde de la que fue siempre su mejor virtud: la tenacidad. Roma llevó la guerra a otros frentes, pudo mantenerse en Cerdeña y, tras diez años de enconada lucha, logró expulsar a los cartagineses de España. Aquí se distinguió especialmente Publio Cornelio Escipión, duro comandante capaz de dar la réplica a Aníbal. En el año 212, Siracusa, aliada de Cartago, cayó en manos romanas, y en el 211 sucedió otro tanto con Capua. Aníbal contraatacó apoderándose de Tarento y llegando de nuevo con sus fuerzas a las proximidades de Roma. Sin embargo, tras la recuperación de Tarento por los romanos, el general cartaginés ya no volvió a conseguir triunfos de importancia. Entretanto, Asdrúbal logró burlar la vigilancia de Escipión en España y llevar refuerzos a Italia para ayudar a su hermano Aníbal, pero pereció en el paso de Metauro (207). Filipo de Macedonia, que había firmado un tratado de alianza con Aníbal (214), nunca le prestó ayuda efectiva y en el 205 fue obligado a aceptar las condiciones de Roma.
El año 205, Escipión, después de haber expulsado de España a los ejércitos cartagineses, decidió llevar la guerra a África para buscar la victoria final. Aníbal, llamado urgentemente a la defensa de su patria, sufrió una tremenda derrota en Zama (202) y más adelante se vio obligado a huir para salvar la vida. Cartago, humillada, tuvo que entregar su flota de guerra y evacuar todas sus posesiones y colonias más allá de sus fronteras, dejando para siempre de ser un rival para la expansión romana. Las ciudades italianas que habían osado apoyar al enemigo recibieron enérgico castigo. La indemnización de guerra impuesta a Cartago, el aumento de tributos exigidos a las provincias y el arrendamiento de grandes zonas de tierra, convertidas en "ager publicus", colmaron el erario de la República romana.
Fuentes: "Historia de Roma" (Theodor Mommsen). "Decadencia y caída del Imperio Romano" (Edward Gibbon).
Imagen: Batalla de Cannas (216 a. C.), la mayor victoria de Aníbal sobre los romanos.

sábado, 13 de noviembre de 2021

 


La conquista de Italia (II).
Entre los años 343 y 290 a. C. la expansión romana se dirigió hacia el Sur, pero aquí tropezó con la feroz resistencia de los samnitas, rudos montañeses que amenazaban la Campania y las fronteras meridionales del Lacio. La colisión provocó tres guerras entre Roma y los samnitas, con suerte varia, entre los años 343-341, 326-304 y 295-290. Resultado de la primera guerra fue la supremacía de Roma en la Campania. A esto siguió una rebelión en el Lacio, que tuvo como consecuencia la disolución de la Liga Latina y la reducción total del Lacio al poder romano (340-338). En la segunda guerra, aunque el enemigo contó con el apoyo de etruscos y umbrios, e infligió más de una derrota a los romanos, especialmente en las Horcas Caudinas (321), los romanos acabaron por afirmar su soberanía en la Campania y Etruria meridional. En el año 312 se construyó la Vía Apia hasta Capua. Los cinco años de la tercera guerra dieron también a los romanos el dominio de Apulia y Lucania, y les pusieron en contacto con las ciudades de la Magna Grecia (colonias griegas del sur de Italia), entre las cuales Tarento ostentaba una especie de hegemonía. En el año 282, los tarentinos destruyeron algunos barcos romanos y, cuando los romanos les declararon la guerra, los primeros solicitaron la ayuda de Pirro, rey griego del Epiro, cuya invasión duró del 280 al 274, incluidos dos años de campaña en Sicilia. Después de las dos victorias de Pirro en Heraclea (280) y Asculum (Ascoli, 279), terminó la guerra con la definitiva victoria romana en Benevento (275), que aseguró la sumisión de la Magna Grecia.
La hegemonía de Roma sobre la Italia septentrional y meridional quedó asegurada mediante el establecimiento de colonias y la formación de pactos especiales con algunas ciudades o tribus que, manteniendo su libertad interna, debían prestación militar o tributaria a Roma. La anexión y la confederación fueron los dos procedimientos utilizados por Roma para imponer su dominio. Los samnitas mantuvieron un hosco distanciamiento, pero, tenidos en jaque, hubieron de renunciar a sus hábitos de saqueo. En el año 266, la autoridad de Roma se extendía desde el río Rubicón en el norte hasta Rhegium (actual Reggio Calabria) en el sur.
Fuentes: "Historia de Roma" (Theodor Mommsen). "Decadencia y caída del Imperio Romano" (Edward Gibbon).

Imagen: Busto de Pirro, rey de Epiro (318-272 a. C.). 

martes, 12 de octubre de 2021



La conquista de Italia (I).
En los intervalos de sus luchas sociales, Roma fue poco a poco dominando el espacio italiano. A la expulsión de los reyes siguió un decaimiento de las ciudades latinas, pues los etruscos, acaudillados por Porsena, ocuparon el monte Janículo, derrotaron a los romanos y les obligaron a entregar el territorio de la ribera derecha del Tíber, prohibiéndoles también el uso de las armas de hierro (507 a. C.). Sin embargo, en 493 la República romana conseguía ser readmitida en la Liga Latina. A esto siguieron numerosas guerras con las tribus de allende el Viejo Lacio, especialmente contra los ecuos y volscos, que infestaban el centro de la península itálica. La larga serie de guerras fronterizas (488-301) adiestró a los romanos en el manejo de las armas y les permitió ensanchar el Viejo Lacio gracias, sobre todo, al establecimiento de colonias latinas, que poseían la ciudadanía romana, aunque sin el derecho de sufragio ni el de acceder a las magistraturas ("cursus honorum").

Los etruscos, debilitados por la destrucción de su flota en 474 por Hierón de Siracusa, ya no pudieron prestar ayuda a Veyes en sus luchas con Roma hasta que, tras nueve años de asedio, cayó dicha ciudad bajo el poder romano (396). Los romanos establecieron entonces colonias en Etruria (actual Toscana) y firmaron acuerdos con las ciudades etruscas. En 391, los galos senones, ambicionando el territorio etrusco, pusieron sitio a la ciudad de Clusium, pero tropezaron con los romanos, que hicieron armas en favor de los sitiados. Como venganza, una horda de galos a las órdenes de Breno marchó sobre Roma, derrotó a un ejército romano en el río Allia y tomó e incendió la ciudad de las Siete Colinas (390). Pero, tras un inútil asedio del Capitolio que duró algunos meses, los guerreros galos aceptaron una fuerte suma como rescate a cambio de su retirada. En las guerras siguientes contra los galos, los romanos extendieron firmemente su supremacía y consolidaron su dominio en Etruria.
Fuentes: "Historia de Roma" (Theodor Mommsen). "Decadencia y caída del Imperio Romano" (Edward Gibbon).
Imagen: Los galos en Roma, ilustración de Alphonse de Neuville.

miércoles, 8 de septiembre de 2021


 

La pugna entre patricios y plebeyos.
Durante más de dos siglos la historia de Roma fue una sucesión ininterrumpida de luchas entre las clases patricia y plebeya. El año de la expulsión de los reyes fue el de la "Lex Valeria de Provocatione" (509 a. C.), que obligaba a los magistrados a consultar a los "comicios centuriados" antes de condenar a muerte a un ciudadano. El cónsul Publio Valerio hizo aprobar también una ley que otorgaba a los ciudadanos el derecho a matar, aun sin proceso, a cualquiera que intentase proclamarse rey. La pobreza por un lado y, por otro, la costumbre que declaraba al deudor esclavo de su acreedor indujeron a los plebeyos a retirarse en el año 494 al Monte Sacro, donde amenazaron con establecer una ciudad independiente. La "Lex Sacrata" dio entonces cierto alivio a su miseria y les otorgó el derecho a nombrar anualmente "tribunos de la plebe", dos al principio y diez más adelante.
Los "comicios tributos", la asamblea plebeya, recibieron por las Leyes Valeria-Horacia de 449 iguales derechos legislativos que los "comicios centuriados", cuyas decisiones eran leyes regulares. Una comisión de diez magistrados (los llamados "Decemviros") se encargó de promulgar en 451-50 la Ley de las Doce Tablas, primer código legislativo de la República romana. Con ello se consiguió que el derecho dejara de estar en manos de los sacerdotes y fuera de conocimiento público, poniéndose así al alcance de los plebeyos. La "Lex Canuleya" (445), arrancada a los patricios por una nueva retirada de los plebeyos al monte Janículo, legalizó el matrimonio entre patricios y plebeyos. Cuando en el año 444 obtuvo la plebe el nombramiento de "tribunos militares con poderes consulares", los patricios reaccionaron trasladando a los censores algunas de las más importantes funciones consulares. En 421 los plebeyos fueron admitidos a la cuestoría y en 367 las Leyes Licinias redimieron a los deudores, regularon los arriendos del "suelo rústico público" y admitieron a los plebeyos a uno de los cargos de cónsul, aunque mermado en sus funciones judiciales por el nombramiento de un pretor patricio. En 351 uno de los censores ya era plebeyo; en el 341 ambos cargos de cónsul abrieron sus puertas a los plebeyos. En el 339, las Leyes Publilias exigían que al menos uno de los cargos de censor fuera para personas del orden plebeyo. En el año 334 un plebeyo fue elegido pretor. La autoridad de los "plebiscitos" (decisiones votadas en la asamblea plebeya) fue confirmada definitivamente por la "Lex Hortensia" (286); así en el futuro sus resoluciones tendrían fuerza de ley, mientras que a los "comicios centuriados" correspondía la elección de los cónsules y pretores. En el año 326 fue abolido el "nexum", que convertía a los deudores morosos en esclavos de sus acreedores. En el 304, Cneo Flavio publicó los "fastos" y "fórmulas" de los litigios; en el 300 la "Lex Ogulnia" admitió a los plebeyos en los colegios de los pontífices y augures. Por los años 275-266 la edilidad daba acceso al Senado. Todas estas medidas pusieron fin a las desigualdades e incapacidades de orden jurídico, salvo la de que los patricios no podían ser tribunos.
Fuentes: "Historia de Roma" (Theodor Mommsen). "Decadencia y caída del Imperio Romano" (Edward Gibbon).
Imagen: Los plebeyos se retiran al Monte Sacro, grabado de 1849.

sábado, 7 de agosto de 2021


 

La sociedad romana y su constitución política.
En los siglos iniciales de su historia, los romanos se hallaban divididos en "gentes" o clanes, compuestos a su vez de familias que se suponían emparentadas y llevaban el mismo nombre. El "paterfamilias", con el formidable poder jurídico que le confería la "patria potestad", constituía la unidad de la vida romana. Los jefes de las familias de las primitivas "gentes" fueron los primeros Patricios y sus descendientes formaron el gran orden del patriciado romano. Las "gentes" incorporadas más tarde a la ciudad integraban la "plebe", que no poseía derechos políticos hasta que los fue conquistando por la fuerza durante la primera época de la República.
Una asamblea popular, los "comicios curiados" se reunía en el "comicio", la cámara baja, por medio de la cual, así como por la institución serviana, los comicios centuriados del Campo Marcio, expresaba el pueblo su voluntad. La cámara alta, el Senado (compuesto inicialmente de "senes", ancianos jefes de familia) fue completada finalmente hasta reunir 300 senadores, todos patricios, llamados también Padres Conscriptos, por Tarquino el Antiguo. El Senado confería solemnemente el poder ejecutivo del estado al rey y después a los cónsules. El rey, electivo, delegaba los poderes punitivos, simbolizados por los "fasces" o haces y las hachas que ostentaban como signo de dignidad, a doce lictores. El rey nombraba normalmente a su sucesor, que tenía que obtener la aprobación del Senado para poder gobernar.
La revolución del año 509 a. C. tuvo en muchos sentidos un carácter conservador. Al desterrar a Tarquino el Soberbio, la población de origen latino y dedicada a la agricultura se alzaba también contra la minoría de origen etrusco, dedicada al comercio y a los negocios, que había dominado Roma durante los tres últimos reinados. Al rey vitalicio lo sustituyeron entonces dos magistrados anuales, llamados "cónsules", auxiliados por dos "cuestores" que se encargaban de la administración del erario y colaboraban en la investigación de los delitos. El poder ejecutivo de los cónsules estaba limitado por el mutuo veto en sus actos respectivos, por el peso moral del Senado y por el hecho de ostentar el cargo sólo por un año. También tenían un mandato anual los cuatro "ediles", que se ocupaban del mantenimiento de los edificios públicos, y los cuatro "pretores", magistrados de justicia y altos mandos del ejército en caso de guerra. Había asimismo dos "censores", elegidos por cinco años, que se encargaban de confeccionar el censo de la población, de fiscalizar la ejecución del gasto y de comprobar la conducta de los ciudadanos que aspiraban a los cargos públicos. Por último, y para casos de grave crisis, el Senado poseía la facultad de suspender el mandato de los cónsules y nombrar un "dictador" por un periodo de seis meses.
Fuentes: "Historia de Roma" (Theodor Mommsen). "Decadencia y caída del Imperio Romano" (Edward Gibbon).
Imagen: Recreación del antiguo Senado romano en una pintura moderna.

lunes, 19 de julio de 2021

 



Fundación de Roma y periodo monárquico (753-510 a.C.).

El origen de Roma fue un poblado sobre el monte Palatino, habitado (según la leyenda, la tradición y las fiestas primitivas) por pastores procedentes de Alba Longa y otras ciudades latinas, que aumentaron su censo con sucesivas migraciones. La aportación de un contingente humano oriundo del mar Egeo (troyanos) parece obedecer más a factores legendarios que a testimonios históricos firmemente aceptados, si bien juega a su favor la semejanza de los dioses romanos con las antiguas deidades del mundo helénico. El poblado sobre el Palatino se dice que fue fortificado por Rómulo, considerado como el fundador de la ciudad, a cuyo reinado (753-715) se atribuyen la inclusión de otras colinas, especialmente el Capitolino, aunque no dentro de las murallas, la formación del Senado, la división del pueblo en treinta "curias", la incorporación por fuerza de los sabinos y las primeras luchas con las ciudades de Fidenae y Veyes. A su sucesor Numa Pompilio (715-673) corresponde la reglamentación de las instituciones religiosas que se fundieron con el antiguo culto rústico, al que sustituyeron en parte, y el establecimiento del primer calendario. Tulio Hostilio (673-642) destruyó Alba Longa, cuyos habitantes se establecieron en el monte Celio y fueron los primeros miembros del orden plebeyo, e hizo a Roma partícipe de la Liga Latina, una confederación defensiva de ciudades del antiguo Lacio. Anco Marcio (640-616) incorporó el monte Aventino a la ciudad, construyó el primer puente sobre el río Tíber y fundó, en la desembocadura de dicho río, la primera colonia romana (Ostia). En este momento, los etruscos parecen haber adquirido preponderancia en Roma, pues etrusco era Lucio Tarquino Prisco, llamado "el Antiguo" (616-578), que ensanchó el territorio romano en el Lacio, aumentó el número de los componentes del Senado y acometió grandes obras públicas, especialmente el templo de Júpiter sobre el Capitolino. El siguiente rey, Servio Tulio (578-534), construyó la primera muralla que encerraba las "Siete Colinas" (Palatino, Capitolino, Aventino, Celio, Esquilino, Viminal y Quirinal). Dividió también al pueblo en 193 "centurias" (subdivididas, a su vez, en cinco clases, en rango proporcionado a su fortuna) con fines militares, y en 21 "tribus" a efectos censales y atendiendo al lugar de residencia dentro de la ciudad. Por último, estipuló tratados con otras ciudades de la Liga Latina, en cuya virtud el lugar central del culto había de ser el templo de Diana en el Aventino. Lucio Tarquino el Soberbio (534-510) extendió el poder romano más allá del viejo Lacio, combatió a los volscos y estableció varias colonias en Italia, pero, perdido el favor popular por su conducta tiránica, fue desterrado tras una revolución que instauró un régimen político republicano.
Fuentes: "Historia de Roma" (Theodor Mommsen). "Decadencia y caída del Imperio Romano" (Edward Gibbon).
Imagen: La "Loba Capitolina" amamantando a Rómulo y a su hermano Remo (museo del Capitolio, Roma).