jueves, 4 de abril de 2024


Tiranía frente a reformas (II).

Hacia mediados del siglo VI a. C., la larga lucha con Megara por la posesión de la isla de Salamina se decidió en favor de los atenienses. En el año 516, Hipias e Hiparco enviaron a Milcíades (el futuro vencedor de Maratón) como gobernante al Quersoneso tracio para asegurarse de esta forma las importaciones de trigo procedentes del Helesponto. Después de la expulsión de los tiranos, Atenas fue atacada por Beocia y Eubea, que sin embargo resultaron vencidas tras una corta guerra.
En el transcurso del mismo siglo se formó la Confederación del Peloponeso con Esparta al frente. Quilón, éforo en 556 a. C., adquirió celebridad como uno de los mejores estadistas espartanos. Reformó la vieja constitución de Licurgo y atribuyó a los éforos la condición de "consejeros reales". Pero hacia el año 500 a la enemistad existente entre Cleómenes y Demaratos (a la que nos referimos en el capítulo anterior) se añadió un serio conflicto de competencias entre reyes por un lado y consejeros por otro, estos últimos investidos para entonces de unos amplísimos poderes. Las consecuencias de la discordia fueron muy graves para el gobierno de la ciudad de Esparta.
Un aspecto característico de este periodo fue la paulatina desaparición de los tiranos, que habían desempeñado un importante papel en la historia política de Grecia al romper el poder exclusivo de las oligarquías y elevar sus ciudades a una pujanza que en muchas de ellas nunca fue sobrepasada. Obraron, en líneas generales, por el bien del pueblo, instaurando fiestas populares (como las "dionisíacas" de Atenas) y alentando los juegos nacionales. Identificados con el genio de su ciudad-estado, fomentaron también el desarrollo del arte, la escultura y la poesía. Periandro de Corinto, por ejemplo, protegió a los campesinos pobres y prohibió a los aristócratas los gastos fastuosos. Y el ateniense Pisístrato repartió tierras, fomentó las obras públicas, impulsó la construcción naval y nombró una comisión que se encargó de fijar por escrito los poemas homéricos de "La Ilíada" y "La Odisea", que hasta entonces sólo la tradición oral podía transmitir. Otros tiranos, sin embargo, emplearon su poder para los peores fines y vulneraron todas las leyes, por lo que al final el tiranicidio fue considerado como un servicio a la patria.
Fuentes: "Historia de Grecia" (Hermann Bengtson).
Imagen: Periandro de Corinto, uno de los Siete Sabios de Grecia.

domingo, 3 de marzo de 2024

 


Tiranía frente a reformas (I).
Entre los años 560 y 510 a. C., Atenas estuvo gobernada por tiranos, primero bajo Pisístrato, que murió en 527, y después bajo sus hijos Hipias e Hiparco. Los abusos de este último ofendieron a los atenienses, hasta el punto de que Harmodio y Aristógiton tramaron un complot para asesinar a los dos tiranos. Hiparco perdió la vida (514), pero Hipias se salvó y desde ese momento comenzó a gobernar por medio del terror. Los Alcmeónidas, exiliados por segunda vez en tiempos de Pisístrato, lograron sobornar al oráculo de Delfos y, con ese ardid, persuadieron a los espartanos para que los ayudasen a expulsar al tirano de Atenas. El rey de Esparta, Cleómenes, invadió el Ática el año 510, forzando a Hipias a abandonar el poder y a refugiarse en Asia Menor, por entonces en manos del Imperio persa.
Ahora bien, Cleómenes apoyaba a los oligarcas atenienses y a las clases más conservadoras, dirigidas por Iságoras, pero Clístenes, el jefe de los Alcmeónidas, agrupó a la mayor parte del pueblo en torno suyo. Cuando los populares preparaban una amplia reforma democrática Cleómenes lo impidió presentándose con sus tropas espartanas en Atenas y exigiendo un nuevo destierro de los Alcmeónidas, para lo cual apeló a la vieja maldición que pesaba sobre ellos. Clístenes se vio obligado a alejarse de Atenas e Iságoras fue nombrado arconte en 508. Poco tiempo después, sin embargo, el descontento de los ciudadanos forzó la caída de Iságoras, sin que esta vez Esparta pudiera hacer gran cosa por evitarlo, a causa de las disensiones entre sus dos reyes, Cleómenes y Demaratos.
Clístenes, por tanto, pudo regresar a Atenas (507) y llevar adelante sus planeadas reformas. La nueva unidad política fue el "demos" o distrito. Cada uno de éstos tenía un gobernador o "demarca" y un consejo en el cual se reunían todos los ciudadanos varones. Los "demos", a su vez, fueron agrupados en 10 tribus. En éstas se incluían muchos habitantes que no habían sido considerados hasta el momento como ciudadanos por no pertenecer a ninguna de las antiguas familias. Ahora se les permitía agruparse en asociaciones religiosas y en su caso los lazos de sangre fueron sustituidos por la devoción a una divinidad. De cada una de las 10 tribus se elegían anualmente 50 miembros para formar un consejo de 500, que sustituyó a la asamblea de los 400 de Solón. Los poderes que mantenía el Areópago, sin embargo, no fueron modificados por Clístenes. Con objeto de evitar el retorno de la tiranía se implantó el "ostracismo", sistema por medio del cual cualquier ciudadano cuyo poder supusiera una amenaza a la paz de Atenas podía ser desterrado por diez años sin pérdida de su derecho de ciudadanía y precisándose un mínimo de 3.000 votos en un "quórum" de 6.000. Los atenienses llegaron a ejercitar el "ostracismo" en nueve ocasiones, a lo largo de un periodo de casi 100 años.
En cualquier caso, conviene resaltar que la democracia ateniense así organizada quedaba limitada exclusivamente a los ciudadanos varones y no alcanzaba a "metecos" (residentes en la ciudad no originarios de ella), libertos y esclavos, unos colectivos que componían la mayor parte de la población.
Fuentes: "Historia de Grecia" (Hermann Bengtson).
Imagen: Estatuas de Harmodio y Aristógiton, tiranicidas atenienses.

domingo, 4 de febrero de 2024


 

La evolución de Atenas.
La "polis" de Atenas se formó tras una alianza entre varias poblaciones dispersas de la región del Ática. La creencia popular atribuía esta federación a la obra del mítico héroe Teseo. Su gobierno fue monárquico al principio, igual que en el resto de las ciudades griegas. El último rey ateniense, Codro, murió al rechazar la invasión de los dorios (siglo XI a. C.). En adelante se instauró un régimen republicano en provecho fundamentalmente de las familias nobles.
Durante el siglo VII a. C. las tensiones sociales comenzaron a aflorar. Hacia el año 632, Cilón intentó erigirse en tirano de la ciudad de Atenas con la ayuda de su suegro, Teágenes de Megara. Pero la conspiración fracasó y, aunque Cilón pudo huir, sus secuaces, que se habían acogido a la protección de la diosa Atenea, fueron asesinados en el mismo templo de Erecteo, de manera ignominiosa y sacrílega. Se hizo responsables del crimen a los Alcmeónidas, encabezados por Megacles, miembros de una ilustre familia ateniense a quienes se condenó al destierro como medida de purificación. A partir de entonces iba a pesar sobre esta familia una maldición que tendría consecuencias en la posterior historia de Grecia.
Como vimos en el capítulo anterior, hacia el año 620 quedó encargado Dracón de redactar las leyes de la ciudad. La constitución de Atenas en esa época era oligárquica y sólo la aristocracia ("eupátridas") y la alta burguesía poseían derechos políticos. El consejo del "Areópago" ejercía la suprema autoridad, pues elegía a los nueve "arcontes", principales funcionarios públicos, y vigilaba su actuación durante el año en el que cumplían su mandato. La oligarquía ateniense utilizaba a los ciudadanos más pobres para cultivar la tierra mediante el sistema del "mediero": si el labrador no podía pagar su parte del producto al propietario del fundo se exponía a ser vendido, juntamente con su mujer e hijos, como esclavo.
A comienzos del siglo VI a. C. la situación social de Atenas se hizo crítica. Enfrentada en una guerra con Megara por la posesión de la isla de Salamina, en la ciudad cundía la desmoralización. Un poema elegíaco escrito por el eupátrida Solón animó a sus compatriotas a seguir la lucha y Megara fue vencida. En otro poema posterior, Solón expuso con clarividencia los males de la época y se convirtió en la persona más destacada de Atenas. En consecuencia, en el año 594 a. C. fue elegido arconte. Solón asumió la labor de reconciliar a los atenienses, para lo cual hizo volver de su exilio a los Alcmeónidas. A continuación tomó una enérgica medida, la "seisacteia", o eliminación de cargas, por la cual todas las deudas hipotecarias y personales fueron canceladas, y prohibió para el futuro el préstamo de dinero con garantía personal.
Solón reorganizó también la constitución política de Atenas. Junto al Areópago colocó un consejo de 400 miembros escogidos por partes iguales entre las cuatro clases de ciudadanos, formadas de acuerdo con sus riquezas. Todo el pueblo tenía derecho a asistir a las asambleas y a elegir a los magistrados, a quienes podía pedir que rindiesen cuentas al fin del año de su ejercicio. En la asamblea se decidían los asuntos de guerra, paz, finanzas, etc. Se formó asimismo un tribunal popular, constituido por ciudadanos de más de 30 años, al que cualquiera podía apelar contra las sentencias de los magistrados.
Esta constitución fue el primer paso para el establecimiento de la democracia en Atenas. Pero las reformas de Solón (que fue reelegido arconte veintidós años seguidos) no duraron mucho. El Ática estaba dividida en los partidos de la "llanura" (nobles), la "costa" (comerciantes) y la "montaña" (desposeídos), y los conflictos se producían por cualquier asunto público. Al frente del partido de la montaña se encontraba Pisístrato, hombre de noble cuna, inteligente y tortuoso, que, apoyado por sus partidarios demócratas, se hizo tirano de Atenas en el año 560 a. C.
Fuentes: "Historia de Grecia" (Hermann Bengtson).
Imagen: Reconstrucción ideal de Atenas, según Leo von Klenze (1846).

martes, 2 de enero de 2024


 

Colonización y guerras.
El impulso de la colonización griega se prolongó hasta bien entrado el siglo VII a. C. Las nuevas oleadas de colonizadores ya no procedían de un origen común y cada grupo llevaba consigo leyes y costumbres que tenían que ser armonizadas con las de los demás. Por primera vez surge la necesidad de promulgar códigos legislativos. Primero Zaleuco y más adelante Carondas se encargaron de redactar las leyes de las colonias de Italia y de Sicilia (que formaban la denominada "Magna Grecia"). Hacia el año 620 a. C. se publicaron en Atenas las leyes de Dracón, célebres por las fuertes penas que establecían para sus transgresores, aunque en realidad sólo reforzaban la posición de privilegio de los aristócratas.
En la vida política de las ciudades-estado, los magistrados eran nombrados más por sus riquezas e influencias que por su nobleza de conducta, lo cual daba lugar a frecuentes casos de corrupción. La inquietud y la agitación social abundaban en la Grecia del siglo VII. Un típico efecto de ello fue la aparición de los llamados "tiranos": hombres que se elevaban sobre sus conciudadanos a una posición despótica y que luego se mantenían en el poder por la fuerza. Tales fueron los "Ortagóridas" de Sición (descendientes de Ortágoras), así como Pítaco de Mitilene, Periandro de Corinto, Teágenes de Megara y muchos otros.
También en el siglo VII, merced en parte a contactos más frecuentes con pueblos extranjeros y en parte a la costumbre de reunirse en grandes juegos públicos (Olimpia, Pitia, Nemea e Istmia), los griegos adquirieron conciencia de una cultura común. Para denominarla eligieron el gentilicio de "panhelenos" y, posteriormente, "helenos".
Gracias al impulso dado al comercio y a la navegación se mejoró la construcción naval; se implantó un nuevo sistema de pesos y medidas originario de la ciudad de Egina e incluso una rudimentaria acuñación de moneda, introducida por Fedón, tirano de Argos.
Finalmente, el siglo VII se recuerda por dos grandes guerras que en él se desarrollaron: 1) La guerra entre Calcis y Eretria, ambas en la isla de Eubea, en la cual tomaron parte la mayoría de las "poleis" griegas. 2) La segunda guerra mesenia (645-628 a. C.), en la que Esparta se anexionó Mesenia.
Fuentes: "Historia de Grecia" (Hermann Bengtson).
Imagen: Recreación pictórica de una nave de guerra griega.