Teniendo en cuenta que pocas personas
son capaces de abandonar
el hábito de toda su vida,
aunque les parezca un estorbo;
que si bien intuyes
en la sensibilidad del corazón
algún sentido
lo cierto es que cuesta horrores
averiguarlo;
que los afanes que forman
los peldaños de tu historia
apenas ofrecen
mayor consistencia que una humareda;
que, por mucho que corras, siempre
serás un rehén de tus miserias;
que el autobús
para el otro barrio puede
aguardarte detrás de cualquier esquina,
y que no existe nada en realidad,
aparte de este instante
condenado a fluir,
la conclusión evidente
es que no eres el rey que te creías.
Acéptalo y al menos
te ahorrarás la molestia
de deberle minutas al psicólogo.
"Aquel cuyo nombre está escrito en el agua". Epitafio en la tumba de John Keats.
jueves, 20 de marzo de 2014
jueves, 6 de marzo de 2014
LA ESPERA
Este desierto de copiosa arena,
esta difícil de subir montaña,
esta paciente cuanto lenta araña
que trama desazón y teje pena;
este mar sin riberas, esta cena
donde apenas se come y se rebaña,
esta sombra mortal, en que se baña
la débil luz de agonizante vena.
Estos ásperos riscos, pedregales
hirientes de dureza, esta quimera
cayendo en sucesivos pedestales;
esta despedazada primavera
en la que crecen ponzoñosos males.
Esto es quererte y padecer tu espera.
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