"Aquel cuyo nombre está escrito en el agua". Epitafio en la tumba de John Keats.
lunes, 21 de mayo de 2018
ESTA VERDAD
Contemplar tu belleza me roba
hasta el aliento.
Por eso mi mirada
se va al suelo sin fuerzas.
Como una salteadora,
insistes en venir a mí
con el crepúsculo
y al rumor de tus pasos
se me pone a brincar
la gacela del pecho.
Cuando dejo de escribir
tomo mi lámpara para apagarla,
pero, desde la penumbra,
tu sonrisa hace que vacile.
Entre el callado abrazo
de las sombras te siento
latir igual que un astro.
La platea de la vida se ilumina por ti.
Y cruzar su frontera se vuelve
menos temible, porque en mi tienda
de nómada te puedo esperar.
Creo conocerte
desde hace tanto tiempo
que ya casi no le doy importancia.
Excepto por el hecho
de que, si te perdiera,
la cortina del llanto ahogaría mis ojos
para siempre...
viernes, 4 de mayo de 2018
EL JARDINERO
Yo cultivo
un vergel interior,
un apartado
oasis, donde al polvo
lo detienen vallados
y donde cada rosa
tiene su propio nombre.
La peonza del mundo
no perturba
esa calma mientras se llena
la crátera nocturna
con la sidra del cielo.
Cada una de las rosas
posee un nombre propio.
Yo lo conozco, cavo
en el pie, recorto
bordes secos
y, sobre todo, lo riego
con el caz de mi tristeza.
Pero una rosa última,
indecible,
no se deja formar
ni apresar en la tierra macilenta
de mis palabras.
Para alguien,
tal vez
una evadida
Musa, labro
mi pequeño paraíso
escondido.
Porque, seguramente,
ella sabe
que puede regresar cuando le plazca.
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