domingo, 5 de junio de 2022


 

CAYO JULIO CÉSAR (100-44 a. C.) fue un caudillo militar y político romano, la más importante figura de la época final de la República. Había nacido en el seno de una familia aristocrática, pero pobre de recursos. Sobrino de Mario, César militó desde muy joven en las filas del partido popular y se enemistó pronto con el dictador Sila, viéndose por esta causa obligado a marchar al exilio en Bitinia. De vuelta en Roma en el año 78 a. C., volvió a distinguirse como líder político de la facción opuesta a la oligarquía senatorial. En un viaje a Rodas para estudiar retórica cayó en manos de los piratas, pero el propio César pagó su rescate (gracias a un préstamo de 50 talentos) y a continuación armó una flota que aniquiló a sus antiguos secuestradores, recuperando también la mayor parte del dinero que les había pagado.
A partir del año 74 a. C. se inicia propiamente la carrera política de Julio César. Después de entrar en el colegio de pontífices, en el año 68 obtuvo el cargo de cuestor y sirvió a las órdenes del gobernador de Hispania. Sería luego edil (65), Pontífice Máximo (63) y, finalmente, pretor o magistrado de justicia (62). En este último año se divorció de su segunda esposa, Pompeya, por culpa de un escándalo en el que se vio envuelta. Según palabras de César, su mujer "debía estar por encima de toda sospecha".
En el año 60 a. C., César formó una alianza política con Craso y con Pompeyo que sería llamada "Primer Triunvirato". Fruto de ese pacto, César fue elegido cónsul en el año 59 e inmediatamente puso en práctica medidas de reparto de tierras, muy bien acogidas por la plebe, aunque con la oposición declarada de los conservadores. También se aseguró el mando de la Galia Cisalpina (Italia septentrional) y de la Galia Transalpina (sur de la actual Francia). Antes de abandonar el consulado, se casó por tercera vez con Calpurnia y entregó a su hija Julia en matrimonio a Pompeyo, para fortalecer así su mutua alianza.
César invirtió la mayor parte de los años comprendidos entre 58 y 50 a. C. en campañas militares en la Galia. Sometió a los helvecios, a las tribus germánicas acaudilladas por Ariovisto, a los belgas y a otras tribus de la costa occidental. En todas estas operaciones supo sacar partido de las rencillas y discordias existentes entre los diversos pueblos galos. Su conocida máxima "divide y vencerás" proviene de esta época. En 55 a. C., César invadió la gran isla de Britania, aunque no pudo mantenerse en ella por mucho tiempo. La última insurrección de los galos, capitaneada por Vercingetórix, acabó con la victoria romana en Alesia (52).
Entretanto, muertos Craso y Julia, y celoso Pompeyo de los triunfos militares de César en las Galias, el pacto del primer triunvirato estaba próximo a extinguirse. La facción conservadora atrajo a su campo a Pompeyo y comenzó a utilizarlo como muro de contención a las ambiciones de César. Siguieron unos años de sorda y enconada pugna hasta que en 49 a. C. el Senado ordenó a César que entregara su administración de la Galia y regresase a Roma sin su ejército. Pero, lejos de obedecer, César cruzó con sus legiones el río Rubicón (límite meridional de la Galia Cisalpina) y dio con ello inicio a la guerra civil. Se cuenta que el caudillo romano pronunció las palabras "Alea iacta est" ("la suerte está echada") en aquella jornada decisiva.
La guerra comenzó de modo muy favorable para los deseos de César: su avance era bien acogido en todas partes por el pueblo y los pompeyanos se entregaban a él sin apenas luchar o huían a Grecia, encabezados por el propio Pompeyo. César entró en Roma y se proclamó "de facto" jefe del estado, asumiendo todos los poderes. La contienda continuó librándose en Hispania, en el Norte de África y, por último, en Grecia, donde el ejército pompeyano fue definitivamente batido en Farsalia (48. a. C.). Pompeyo huyó a Egipto, muriendo allí asesinado por mercenarios. Acto seguido, César, aliado y amante de la reina Cleopatra, afirmó el protectorado romano sobre el país del Nilo.
Pero los partidarios de Pompeyo seguían levantando cabeza por todas partes. César los derrotó primero en Zela (Asia Menor) en el año 47, y con ellos a Farnaces, rey del Ponto. Esta fácil victoria inspiró la frase "veni, vidi, vici" ("llegué, vi, vencí"). Luego volvió a triunfar en Túnez en la batalla de Tapso (46). Y, por último, acabó con los hijos de Pompeyo y sus fuerzas rebeldes de Hispania en Munda (la actual ciudad cordobesa de Montilla), en el año 45 a. C.
Quebrantada así toda oposición a su régimen, César, de regreso en Roma, fue elegido "dictador por diez años", aunque de hecho se trataba de una dictadura perpetua. Emprendió una política de reconstrucción y de reformas, siempre deseoso de ganarse el favor del pueblo. Se condujo con generosidad hacia sus enemigos derrotados, pero muchos romanos temían que aboliera la república y se proclamase rey. La persona de César fue declarada "divina" y su estatua colocada en todos los templos. Se organizó entonces una conjuración para asesinarle, encabezada por Cayo Casio, Décimo Bruto, Servilio Casca y Marco Junio Bruto (este último, pretor de Roma y favorito de César).
En los "idus" (15) de marzo de 44 a. C., Julio César acudió al Senado para hacer aprobar los planes de una próxima guerra contra el imperio asiático de los partos. Los conjurados aprovecharon la oportunidad para rodearle y coserle a puñaladas. Según Suetonio, cuando vio entre sus asesinos a Bruto, César quedó consternado y sus últimas palabras antes de morir fueron "Et tu, Brute!" ("¡Tú también, Bruto!"). Pero Plutarco cuenta que el dictador romano murió sin decir nada y que su única reacción fue cubrirse la cabeza con la toga.
Julio César dejó una notable obra escrita, los "Comentarios" a la guerra de las Galias y a la guerra civil, crónica de sus campañas militares en tono grandilocuente que todavía hace las delicias o el incordio (según se mire) de los bachilleres que estudian latín.
Fuentes: "Historia de Roma" (Theodor Mommsen). "Decadencia y caída del Imperio Romano" (Edward Gibbon).
Imagen: Cayo Julio César (100-44 a. C.).