"Aquel cuyo nombre está escrito en el agua". Epitafio en la tumba de John Keats.
martes, 3 de noviembre de 2015
UN SEPELIO EN LA ALDEA
De la espadaña secular bajaba,
cual goterón sonoro,
el enlutado toque de difuntos,
solemne y melancólico.
Daba el calor sobre los cien tejados
uñadas de bochorno
y un viento, fugitivo, murmuraba
al peinar los rastrojos.
El sacerdote, adusto y rutinario,
terminó su responso.
Al fúnebre cortejo despedían
cirios, santos, hisopos.
El camino que lleva al cementerio,
cierto a la par que ignoto,
entre cipreses sin edad dejaba
los pésames lacónicos.
Un descuidado infante se asomaba
al desconchado foso,
como queriendo desvelar enigmas
en un oscuro ojo.
Las hormigas, ajenas, construían
un sendero ciclópeo.
Y algunos gorriones gorjeaban
con vano soliloquio.
Bajo las manecillas de las nubes
pasaba el mundo todo:
indiferente, elemental, manido,
espéculo irrisorio.
En tanto al ataúd, que nos recuerda
que morir es lo propio,
las paladas de tierra lo cubrían
con rumor ominoso...
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Noviembre es un mes consagrado a los muertos. Este poema conmemora a uno de ellos y acaso también a todos los demás...
ResponderEliminarReal como la vida misma.
ResponderEliminarY como la muerte misma.
EliminarUn gusto leerte, gracias por compartir. Saludos.
ResponderEliminarGracias, me alegro de veras por tu acogida.
EliminarBienvenido a Sublime Trilogía, deseando sea grata tu estancia compartiendo y leyendo a los demás poetas en un apoyo fraternal para seguir incentivando el gusto por la poesía y la literatura. Un abrazo.
EliminarBienhallada, amiga, en esa fraternidad tan necesaria.
EliminarGracias por este grato poema. Saludos.
ResponderEliminarEl poeta es siempre el agradecido.
EliminarLo que se ha ido y lo que se quedó, las palabras siguen, bello escrito Rafael, un abrazo.
ResponderEliminarAl final la palabra es lo que permanece. Gracias, amigo.
EliminarHermoso tu poema Rafael como todos!!!! Es un placer leer tus versos!!!! Gracias por compartir!!
ResponderEliminarEl poeta siente el gozo del amor y al mismo tiempo la herida implacable de la muerte.
EliminarEl poeta es sensible y frágil y vive la intensidad de los sentimientos según las circunstancias. Me encanta tu obra poética!!!
EliminarY yo te agradezco este comentario.
EliminarHe notado, he visto, he sentido, he oído paso a paso mi caminar en el óbito, delante del duelo, oliendo a tierra fresca y el golpeteo de la paleta sobre los ladrillos, junto a la pala clavándose en la mezcla, preparando la masa que cubrirá lo inerte, apartándolo de la vista del doliente para siempre.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafael.
Si esas sensaciones tuyas (que fueron las mías cuando lo escribí) las ha despertado mi poema entonces se puede decir que su función literaria está cumplida. Un abrazo, amigo Juan.
EliminarMil gracias Rafael.
ResponderEliminarMil de nadas, amiga.
EliminarWow Rafael, qué descripción de escena tan intensa y penetrante, muy buen ensayo, muy bueno!
ResponderEliminarLa descripción, en efecto, era la finalidad primordial del poema. Muchas gracias, Rossana.
EliminarFantástico, Rafael. Lo leeremos en mis clases de todo en la sede castellano manchega, aquí en Leganés. Ya lo hemos hecho en otras ocasiones. Un abrazo.
ResponderEliminarPues será para mí un privilegio, te lo aseguro. Abrazo compartido.
EliminarMuy, pero muy bueno..Buen poema Rafael, felicitaciones .
ResponderEliminarEs un tema que nos tiene a mal traer, a veces, pero....
Me gusta leerte.
Besos
Me alegro de que te gustara. Un tema no fácil para escribir, pero inevitable también. Gracias por dejar tus palabras y un beso.
Eliminargracias Rafael!!!
ResponderEliminarSiempre me gusta llegar hasta ti.
EliminarMe quedé asomada a la fosa, igual que ese niño. Tremenda imagen. Gracias, Rafael. Un abrazo.
ResponderEliminarLa interrogación que nos plantea la muerte no tiene respuesta cierta. Un abrazo.
Eliminarpoema que sobrecoge el ánimo...
ResponderEliminarBueno, no era esa mi intención al escribirlo, Julia, pero sí describir el hecho despojado de todo prejuicio o convención de tipo religioso.
Eliminar..se echa de menos a Dios...
EliminarEs una omisión voluntaria. Yo buscaba una poesía lírica y desnuda, desvalida casi, que no se disimulara con el ropaje de la trascendencia. Pero si tú lo prefieres puedes vestirla con él.
EliminarLa muerte está tan segura de ganar la carrera...
ResponderEliminarque nos da toda la vida de ventaja.
ResponderEliminarAmarga y verdadera reflexión, amigo.
EliminarTodo el poema mantiene el tono narrativo y lírico. Es muy becqueriano... "¡qué solos se quedan los muertos!"
ResponderEliminarTambién los vivos se quedan solos, Roberto.
EliminarSin duda, pero la soledad de la muerte es irrevocable.
EliminarEn ocasiones la de la vida lo parece también.
EliminarEl canto sobrio de un romance de estilo perfecto. La emoción circula por las lineas de los versos como sabes hacer tú.
ResponderEliminarUn placer leerte, siempre te lo digo , pero es que es cierto.
Besos.
Creo que la sobriedad es la palabra adecuada, sí. He huido conscientemente de cargar las tintas en un tema que se presta a ello. Pero tu opinión, siempre tan valiosa, me confirma que lo conseguí... Un abrazo, Antonia, y gracias siempre por tus palabras.
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