"Aquel cuyo nombre está escrito en el agua". Epitafio en la tumba de John Keats.
lunes, 1 de diciembre de 2014
BESO
Tímido, leve, inaugural, sedoso,
serpentina que roza tiernamente,
espuma en el latido de la fuente,
embelesado labio apetitoso.
Incitante después, quizá animoso
por el anillo que se cierra urgente
sobre la boca bruja, ya demente
de un anhelo de amar impetuoso.
Llega a dación total, ciego de celo,
los peces de las lenguas entrelaza
y al mundo anula con su ardiente rosa...
No me dolió cortar, pues quedó un cielo
donde me vi a mi mismo, con la traza
de aquel Anquises que besó una diosa.
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Entre los versos de este soneto, como en una urna de cristal, se encierra un cráter apasionado...
ResponderEliminarMe encanta y tu comentario más...
ResponderEliminarTe doy la bienvenida al blog.
EliminarExcelente Rafael, un abrazo.
ResponderEliminarLa llama de la poesía nos devora... Gracias, José.
EliminarGran soneto... pero me despista un poco la referencia que haces al final.
ResponderEliminarAnquises fue el primer "mortal" (aunque no sería el único) que fue amado por la diosa Afrodita. Según la leyenda, fruto de ese amor nació Eneas, héroe troyano y mítico antepasado de los fundadores de Roma.
Eliminar¡¡Preciosoooooo!!
ResponderEliminarGraciassssss!!
EliminarGracias Rafael!!!
ResponderEliminarQue llegue siempre hasta ti...
Eliminar...y queda en el corazón, querido poeta!!!!!!!!!!!! Magnífico!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarSí, prendido allí donde resulta imborrable. Gracias, amiga.
EliminarAsí es! Un placer leer tus sonetos!!!
EliminarMe gusta hacerlos llegar a tus manos, porque sé cómo saboreas la poesía.
EliminarTú eres tan cortés, gracias!!!
EliminarNo hay de qué...
EliminarEstupendo Rafael!!!!!! Misterioso, apasionado... Gracias por compartir este soneto!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarUn soneto sin pasión sería igual que un artefacto vacío...
EliminarSin duda.
Eliminar...y un poeta sin ella como un árbol sin hojas.
EliminarPor eso lo que escribes es tan elegante!
EliminarAhora bien, la "pasión", materia prima de los sentimientos, tiene que hacerse forma artística. Así se humaniza en toda su plenitud.
EliminarBueno, yo no soy poetisa y no puedo expresar como tú, pero lo que leo me llega al alma! Ojalá que toda la gente pueda entender cómo se siente un ser cuando escriba palabras que llegan al alma!
EliminarPoco a poco lo sabrán... la poesía requiere un aprendizaje lento y continuo, por eso yo persevero en ella...
EliminarQue sigas así para hacernos soñar y viajar...!
EliminarDesde luego. Un abrazo que llegue hasta tu Grecia, Dora.
EliminarGracias Rafael, igualmente!!
Eliminar..el soneto exquisito y tus comentarios muy cultos, siempre es una delicia visitar tu página...
ResponderEliminar¿Lo dices por lo de "Anquises"?
Eliminar..sí, no lo sabía, es muy interesante...
EliminarToda la Mitología clásica lo es, Julia.
Eliminar"...y al mundo anula con su ardiente rosa".
ResponderEliminarNo se puede expresar mejor.
Sí... una "rosa de fuego"...
EliminarMuy hermoso...
ResponderEliminarEs un placer recibirte en mi "blog".
EliminarInicio lopediano para un apasionado soneto... Enhorabuena, Rafael.
ResponderEliminarLa comparación con Lope es muy estimulante... Muchas gracias, Magda.
EliminarUn poema excelente!!... "Quedó un cielo donde me vi a mi mismo..." Abrazos.
ResponderEliminarEl poeta busca siempre un cielo así... Gracias por tus palabras.
EliminarRafael Simarro este soneto y tus comentarios son sabio,qué bien se puedes aprender,además con buenos comentarios todos, gracias espero el siguiente porque leer sus versos es un placer.
ResponderEliminarGuadalupe.
La semana que viene pondré un nuevo poema, aunque esta vez, para variar, no será un "soneto". Te agradezco mucho la fidelidad que demuestras a esta página y a todos mis trabajos literarios.
EliminarUn beso que fluye y arde en la pasión hasta que se consuma.
ResponderEliminarEs el perfecto equilibrio del sentimiento y la forma.
Precioso!!!
Acabas de definir, quizá sin proponértelo, la esencia misma del soneto: el perfecto equilibrio entre el sentimiento y su expresión... Impagable tu comentario. Un abrazo, Antonia.
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