Hojas muertas, que un soplo
hace rodar pasivas,
gris sustancia del tiempo,
tenues pavesas ígneas,
que en la fosa común
de cunetas y esquinas
os iréis deshaciendo
lentamente, dormidas.
Hojas secas, que al junco
abrazáis desprendidas
y navegáis en barca
sobre vosotras mismas,
siempre adelante, siempre,
lejos ya de la orilla,
en regatos con luces
de venas cristalinas.
Hojas mustias, que antes
de abandonar la vida
susurrásteis palabras
en la dorada brisa,
y a los peces con plumas
alegrásteis la vista,
mientras el campo, en torno,
estallaba en caricias.
Con vosotras me marcho
donde todos olvidan,
con escarcha en el borde
de mis copas vacías,
ajeno, leve, libre
de impulsos egoístas,
hacia un vasto desierto
de anónimas cenizas.
Me gusta sobre todo por el final, la identificación que haces con la naturaleza. Creo que este poema ya lo había leído antes, puede ser?
ResponderEliminarSí, puede ser, porque fue publicado por "Centropoético" en septiembre de 2010. Gracias por visitarme de nuevo y dejar tus impresiones.
EliminarUn poco triste este poema, aunque supongo que tratándose del otoño es lo que tiene. Lo mejor el equilibrio entre la forma y el fondo, hace que su ritmo lánguido parezca de lo más natural.
ResponderEliminarMucho del atractivo de la poesía está en entrar en comunión con la Naturaleza, con la presencia misteriosa y esencial que se atisba detrás de ella. Aunque también puede que sea como una proyección de nuestro ser interior. Me alegro de encontrarte de nuevo.
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