Cantabas frente al patio blanqueado
por el albo rubor de la azucena.
Cantabas cuando el Sol, en su patena,
de carmesí trocábase en morado.
Tan de repente tu gentil cuidado
vino como se fue... Dardo de arena
o vuelo diagonal, que luz serena
rasgó un momento en rayo quebrantado.
Quédate, hermano mío, que prefiero
la blanca desnudez de tu presencia
al forzado oropel con que me muero.
Quédate nuevamente, que tu ausencia
derrama mi tristeza; que te quiero
sobre la rama en flor de la inocencia.
(De "Justa medida").
Un poco melancólico el fin del soneto. ¿Es un zorzal el pájaro de la imagen?
ResponderEliminarNo, es un tipo de mirlo. Lo elegí porque su canto es uno de los más melodiosos que hay.
EliminarDa gusto leerte Rafael, pones ternura en todas tus palabras.
ResponderEliminarMuchas gracias por las tuyas y por tu presencia en este blog.
EliminarQue hermoso soneto, y que bella imagen un mirlo, una criatura tierna, libre, con un dulce y apasionado canto, si lo viese apoyado en mi ventana seguro que lo dejaría entrar
ResponderEliminarSi lo hicieras no te arrepentirías. Por mi parte hace mucho tiempo que me di cuenta de la identidad "sustancial" que me une a este animal y, en general, a todos los pájaros.
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