de anglosajonas playas,
mientras bebo en los vientos las noticias,
los duelos de la Patria.
No me abandona la labor secreta
que en mi interior avanza,
la melodiosa arpa, la armonía
que dulcemente embriaga.
Como en el claustro recogida, suena
esa oración sagrada,
vertida, acaso, por algún arcángel
para que entienda el alma.
Ignoro la razón, por qué me escoge
pulsando mis palabras...
Mas mi pública vida justifica
con su libertad santa.
Del vil legado de la seca carne
noble verdad arranca;
y lo mejor de un hombre, en vuelo eterno,
se lleva hasta su aura.
Divaga entonces liberada, agreste,
ajena a la jactancia,
subiendo más allá del horizonte
en nube solitaria.
Para el amor y la beldad nacida,
pura y votiva llama,
que arde pertinaz, sin consumirse,
cual de Moisés la zarza.
El testimonio de mi humano rostro
entrego en esta carta.
La verdadera imagen de mí mismo,
lo que fue de importancia.
Lo llamaré poesía... Y vosotros
disculpad si algo falta.
Que el corazón ya muere por echarse
en sus divinas alas.
(De "Cuando nada importe").
De este poeta sólo conozco la Canción del Pirata, pero no me parece que sea esto de lo que hablas en tu poema.
ResponderEliminarUna de las estrofas del "Canto a Teresa" me ha servido de inspiración en este caso. Como me consta que eres un buen aficionado a la literatura sé que no te costará mucho trabajo
Eliminardar con ella...
Muy bella música para el alma, Rafael.
ResponderEliminarGracias, Julia. Espero poder seguir oyendo esa música.
EliminarTotalmente diferente a lo que habías presentado en este blog, pero me gusta que seas así de original, siempre consigues que este deseando ver el siguiente
ResponderEliminarLa poesía tiene muchos registros y es hermoso poder elegir el que se desee en cada momento, sin ninguna limitación. La andadura de este blog preveo que será larga, por lo que espero no defraudarte.
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