No volverán mis pasos
a frecuentar tabernas de tahúres,
ni mancharán mi boca
los pétalos de besos mercenarios.
El espeso sabor
del vino con especias
no inundará mi lengua
con las olas ascendentes
de guirnaldas podridas,
ni tampoco el redoble
de las noches sin sueño
se agolpará en mis sienes,
como el tambor oscuro
de una ejecución.
Ya es hora
de ir diciendo adiós
a todo eso.
Ya es hora
de abandonar los precipicios
a los que suele empujarnos
la soledad.
En el plomizo amanecer,
la prisa de los ojos
se llenará de antílopes sedientos,
recuerdo anticipado
del que fue mi país.
Presiento ya el calor de la aduana,
el saludo del viento, compatriota,
los cercados de tierra
de mi pueblo,
la higuera de la casa
de mi padre,
el generoso umbral en sus pupilas...
Y mi espíritu, ayer atormentado,
se libra de una carga insoportable
mientras liquido, al fin, aquella cuenta
que tanto tiempo me debí a mí mismo.
(De "Beberse el Leteo").
A veces es necesario pasar por experiencias que nos conviertan en hijos pródigos, recorrer caminos ásperos para poder llegar a encontrarnos a nosotros mismos y sentirnos al fin como tu metafóricamente dices en casa de nuestro padre. Gracias por estos versos porque me has hecho recordar la paz que siente cuando se consigue ese encuentro.
ResponderEliminarAsí es, y debemos recordar que nuestro padre, como en el relato evangélico, no se limita a esperarnos, sino que sale a nuestro encuentro para darnos un generoso abrazo. Siempre he creído que de ese acto de reconciliación brota la auténtica felicidad.
EliminarYo te doy las gracias a ti por tu constancia en el blog.
Verás, me ha gustado mucho eso del "tambor oscuro de una ejecición". Me parece una buena descripción de las noches de resaca. Y lo sé por propia experiencia...
ResponderEliminarGracias, Roberto. Bueno, supongo que a todos nos ha ocurrido alguna vez. Yo ahora ya practico la sobriedad y no oigo esos "tambores".
EliminarTe sigo hace años, en las ediciones de "centropoético". Me alegro de haber encontrado este blog. Espero visitarlo con frecuencia.
ResponderEliminarSerá un placer hablar contigo, Julia. Bienvenida al blog.
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