Como flor del almendro, me das la primavera
cada vez que a mí vuelves, con tu andar impoluto,
y desgrana tu poma su resbalado fruto
desde todas las ramas de mi humana ladera.
Creces en mis cercados, agraz, enredadera,
insospechadas gemas arrancas de mi luto,
para después dejarme, en este suelo hirsuto,
el encendido rastro de una nieve postrera.
Echado de tal modo, ebrio de desamparo,
tus manos me consuelan y mi existencia pende
de los frescos favores de tu melancolía...
Y cuando me levanto encuentro que es más claro
el arroyo sagrado, mientras por él desciende
tu música a mi alma, en inmortal poesía.
Bien construido, me gusta sobre todo el final, pero no se si es bueno eso de tener un corazon alejandrino, mas bien pienso todo lo contrario
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ResponderEliminarSea bueno o malo, lo cierto es que el poeta no puede elegir... Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarCreía que este tipo de verso alejandrino estaba en desuso. Pero, ¿no publicas poemas con versos libres?
ResponderEliminarBueno, no me parece que el alejandrino sea un verso en desuso, al menos no más de lo que puedan estarlo otros. Mi primer poemario estaba escrito en verso libre y en este blog aparecerán también composiciones de este tipo, por supuesto que sí.
EliminarHola Rafael, gracias a tí por haberme buscado. Es un placer conocer tu nuevo espacio del que por supuesto me hago seguidora.
ResponderEliminarUn abrazo y que siga la buena poesía!!!
Me alegro mucho de verte aquí, Merche. Pondré un enlace para seguir regularmente tu blog. Espero que nuestra labor literaria no decaiga, por muy duros que se pongan los tiempos. Otro abrazo para ti también.
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