"Pero mi rostro no podrás verlo; porque
no puede verme el hombre y seguir viviendo...".
Éxodo 33, 20.
El sumo bien no puede contemplarse
sin que la vida empiece a diluirse,
como si el pago en fin fuera morirse
y el premio del osado libertarse.
La más alta belleza, al encararse,
es un acero con que malherirse,
una tortura en la que consumirse
lleva luego al rigor de aniquilarse.
Tapar el rostro pues, dejar la espada
a cubierto en su vaina, por sensato
consejo tomo de prudente activo.
Sin embargo, mi estrella afortunada
me permite, al gustar tu dulce trato,
sentir el cielo y mantenerme vivo.
No tengo palabras Rafael. Me pregunto como consigues transmitir algo con tanta grandeza.
ResponderEliminarMuchas gracias. Lo que te puedo decir es que cuando leí el pasaje de la cita sentí como un golpe interior. Y creo que sólo me recuperé de él al componer este soneto. Aprovecho para desearte una feliz Navidad, ya que hasta el nuevo año no publicaré nada más en el "blog".
Eliminarfeliz Navidad para ti también.
EliminarMe ha impresionado la cita elegida, muy apropiada para intoducir este bellisimo soneto cargado de puro sentimiento, de sensibilidad, de emociones. Te felicito porque te has superado y me has hecho con su lectura, por un momento, ser feliz.
ResponderEliminarNada mejor puedo desear, como poeta, que hacer felices a personas como tú. Me alegro de que hayas vuelto porque te echaba de menos. Que pases unas felices fiestas. Espero volver con renovados bríos dentro de unos días, cuando cambie el calendario...
EliminarNo soy religioso y el texto que has puesto me ha causado extrañeza, aunque debo reconocer igualmente que el soneto está muy bien construido.
ResponderEliminarCon independencia de las creencias personales, que respeto, la Biblia es una fuente de inspiración permanente e impresionante. Habrá más textos míos que beban de esa fuente.
EliminarFeliz Navidad y un abrazo.