domingo, 3 de noviembre de 2024


JENOFONTE (430-355 a. C.) fue un historiador griego nacido en Erquia (Ática). Realizó estudios en Atenas, donde llegó a ser discípulo del filósofo Sócrates. Tras participar en la Guerra del Peloponeso, en el año 401 a. C. se unió a los mercenarios griegos reclutados por Ciro el Joven, que se había rebelado contra su hermano Artajerjes II de Persia. Tras una larga marcha bordeando el Éufrates, las fuerzas rebeldes atravesaron Mesopotamia y se enfrentaron al enemigo en la batalla de Cunaxa. Allí fue derrotado el ejército de Artajerjes, pero también resultó muerto Ciro, lo que sembró la confusión entre los griegos, que no supieron qué resolución tomar. Además, sus capitanes cayeron asesinados por los persas, que los habían engañado con falsas promesas de repatriación. Todo ello condujo finalmente a la elección de Jenofonte para guiar a sus compatriotas en su retirada hasta el Ponto Euxino (Mar Negro). En la "Anábasis" (su obra más notable, llamada también "La retirada de los Diez Mil"), Jenofonte describió las vicisitudes y fortaleza de los griegos durante su periplo de casi 4.000 km. a través de Asiria y Armenia hasta el mar.
Más tarde, y junto con muchos de sus seguidores, Jenofonte se unió al ejército de Agesilao, rey de Esparta, y, después de servir en las campañas asiáticas, luchó contra los aliados de los atenienses en la batalla de Queronea (394 a. C.). Por ello fue desterrado de Atenas, pero recompensado por los espartanos con una finca en Escilunte, cerca de Olimpia, llevó una vida bucólica y familiar, dedicado a la composición de sus obras literarias, hasta el año 370, en que fue expulsado por los eleanos durante el levantamiento contra Esparta que siguió a la batalla de Leuctra. Luego vivió en Corinto y se supone (aunque no hay certeza) que volvió a Atenas antes de su muerte.
Además de la "Anábasis", su principal obra histórica es la "Helénica" o "Historia de Grecia", continuación de la de Tucídides. Su admiración por Sócrates se refleja en las "Memorias" o "Memorabilia", la "Apología" y el "Symposium" o "Oeconomicus", escritos en los que muestra una visión auténtica de la vida y enseñanzas del filósofo. Entre sus restantes obras se cuentan "Agesilao", biografía laudatoria, la lánguida "Ciropedia" o "Educación de Ciro", primera novela histórica de la literatura occidental, y varios ensayos, entre los que destacan "La Constitución de Esparta" y "Sobre las Rentas". Con menor certeza se le atribuyen tres tratados: "Hipparchicus" y "De re militari", que tratan principalmente de los deberes de los oficiales de caballería e infantería, y "Sobre la caza". Su talento es principalmente literario y sus obras son más estimadas por sus detalles vívidos y estilo sencillo y diáfano que por la exactitud histórica.
Fuentes: "Jenofonte" (José Vela Tejada).
Imagen: Retrato de Jenofonte. 

jueves, 3 de octubre de 2024


TUCÍDIDES (460-396 a. C.) fue el más importante historiador de la antigua Grecia. Nacido en Atenas, se cuenta que estudió oratoria con el sofista Antifonte y filosofía con Anaxágoras. Las ideas preconizadas por el sofismo le influyeron bastante, contagiándole una cierta visión negativa de la existencia. Para él, la maldad y la estupidez de que hacen gala los hombres en términos generales hacen poco sostenible la esperanza en el progreso de la sociedad.
En 424 a. C., estallada la Guerra del Peloponeso, Tucídides era uno de los "estrategas" principales de Atenas. Junto con su colega Eucles, fue puesto al mando de las fuerzas atenienses en Tracia con la misión de socorrer la plaza de Anfípolis, sitiada por el espartano Brásidas. Tucídides ocupó el puerto de Elion y lo defendió con éxito de los ataques enemigos, pero no pudo impedir la toma final de Anfípolis por el ejército espartano. A causa de este fracaso fue desterrado de Atenas y permaneció en el exilio durante veinte años. Parte de ese tiempo lo pasó en Sicilia. En el año 403 a. C. Tucídides regresó a Atenas, una vez que Trasíbulo hubo reinstaurado la democracia después del breve gobierno reaccionario de los "Treinta Tiranos".
La obra principal de Tucídides es la "Historia de la Guerra del Peloponeso", que comprende en realidad tres partes: la guerra entre Atenas y Esparta y los aliados de ambas (431-422); la expedición ateniense a Sicilia (415-413); y la guerra reanudada entre Esparta y Atenas (a partir de 413). La obra, inconclusa, quedó interrumpida en el verano de 411. Como historiador, Tucídides supera a su predecesor Herodoto y aplica un método absolutamente riguroso al relato de los acontecimientos. Se atiene a los hechos, prescindiendo de cualquier fabulación fantasiosa, sopesa todos los elementos de información disponibles y los combina para formar una narración razonable. Su actitud crítica, su imparcialidad proverbial (muy notable además tratándose de un desterrado) y su profundo conocimiento de los hombres y de la política hacen de su obra una de las piezas maestras de la literatura histórica.
Fuentes: "Comentarios de la obra de Tucídides" (E. C. Marchant).
Imagen: Tucídides según una ilustración contemporánea.

lunes, 2 de septiembre de 2024


 

La Guerra del Peloponeso.
Atenas intervino a favor de Corcira (la actual Corfú) en la lucha que ésta sostenía con la ciudad de Corinto (435 a. C.). En 432, Potidea a su vez pidió ayuda a Corinto para librarse de la alianza ateniense. Al mismo tiempo, Megara entró de nuevo en conflicto con Atenas a causa de un decreto de Pericles que prohibía a los barcos megarenses acceder a los puertos bajo control ateniense. Esparta entonces, como cabeza de la Liga del Peloponeso, declaró que la paz acordada en 446-445 había sido rota y, para evitar una conflagración general, exigió entre otras condiciones el destierro de Pericles, sobre quien seguía pesando la antigua maldición de los Alcmeónidas. Pericles, desde luego, no aceptó. Y Tebas, aliada de Esparta, aprovechó la oportunidad para atacar de forma inesperada a la ciudad de Platea, dependiente de Atenas (abril de 431). Así comenzó la Guerra del Peloponeso, en la que se vio envuelta casi toda Grecia al tomar partido por Esparta o por Atenas, y que duró hasta el año 404.
En la contienda pueden distinguirse varias fases:
1ª) Los primeros diez años (431-421), llamados también "guerra Arquidámica". Atenas planteó la lucha partiendo de su superioridad naval, aunque tuvo que sufrir varios asedios enemigos en su territorio. En este periodo, los atenienses vencieron a los espartanos en el islote de Esfacteria (425), pero los segundos se desquitaron con su victoria en Anfípolis (422). Atenas se vio azotada por una terrible epidemia de peste y Esparta por una insurrección de los ilotas. Ambas partes necesitaban acordar una tregua, que se firmó en el año 421.
2ª) La expedición de los atenienses contra la ciudad de Siracusa, en Sicilia (415-413), que constituyó un estrepitoso fracaso. Atenas perdió en la empresa 18.000 hombres y más de 100 trirremes, y aparte de eso provocó a Esparta, puesto que los siracusanos eran aliados suyos.
3ª) La fase de las grandes traiciones (413-407), en la que el ateniense Alcibíades, culpado por sus compatriotas del desastre de Siracusa, para eludir el castigo se pasó al bando de Esparta y aconsejó la conquista de la ciudad ática de Decelia, reanudándose así las hostilidades, aunque posteriormente tuvo que huir del Peloponeso acusado de adulterio. Por su parte, los espartanos llamaron en su ayuda a los persas para poder batir de una vez a los atenienses. Alcibíades se rehabilitó volviendo a Atenas y logrando algunas victorias navales, antes de verse obligado al exilio definitivo por su sospechosa conducta en la derrota ateniense de Notio.
4ª) La fase decisiva (407-404), en la que los espartanos comprenden que Atenas sólo por mar puede ser batida y arman por primera vez una poderosa flota de guerra. El combate de las islas Arginusas (406) fue favorable a los atenienses. Pero en Egospótamos (405) la flota de Atenas resultó completamente destruida por la espartana de Lisandro. Los atenienses ya no pudieron continuar resistiendo y tuvieron que aceptar las condiciones impuestas por sus enemigos.
El imperio de Atenas quedó deshecho. Ello fue debido principalmente a la incapacidad y rivalidades de los jefes políticos que se sucedieron tras la muerte de Pericles (429), al derroche de recursos en la expedición de Sicilia, que acabó en desastre, a las luchas internas entre demócratas y conservadores, y a la alianza "contra natura" entre Persia y Esparta.
Al finalizar la larga guerra, Esparta consiguió la hegemonía sobre Grecia. Pero no le fue fácil alcanzar esa posición dominante. A principios del siglo V a. C. había sufrido considerablemente a causa del conflicto entre reyes y éforos. En 464 además se produjo un devastador terremoto que casi redujo la ciudad a ruinas. Los pueblos sometidos en el Peloponeso aprovecharon la ocasión para rebelarse, la ciudad estuvo a punto del colapso y sólo la energía del rey Arquídamo pudo salvarla para seguir siendo protagonista de la historia griega.
Fuentes: "Historia de Grecia" (Hermann Bengtson).
Imagen: "Hoplitas" griegos en combate, pintura de una vasija antigua.

jueves, 1 de agosto de 2024


 

PERICLES (495-429 a. C.) fue un político ateniense, quizás el más grande gobernante democrático del mundo antiguo. Pertenecía a uno de los linajes más ilustres de Atenas, el de los Alcmeónidas, y era hijo de Xantipo (almirante en la batalla de Micala) y de Agariste, una pariente de Clístenes. Se educó con Damón y con Zenón de Elea, y más tarde con el filósofo Anaxágoras. Bajo su dirección, su patria alcanzó el máximo apogeo económico y cultural, que ha pasado a la Historia con el nombre de "Edad de Pericles".
A pesar de su origen aristocrático, Pericles se inclinó desde el primer momento por el partido demócrata. En el año 469 a. C. inició su carrera política, teniendo como contrincante al conservador Cimón. Estableció un sistema de retribución por el desempeño de deberes públicos, como los del arcontado, los tribunales de justicia y el Consejo de Estado. Estos cargos se cubrían por sorteo, de modo que todos los ciudadanos tenían las mismas oportunidades de ejercerlos. Tomó asimismo las medidas necesarias para que hasta los ciudadanos más pobres pudieran asistir a las representaciones teatrales y a las fiestas religiosas.
En política exterior, Pericles se caracterizó por su ambición imperialista y por el propósito de erigir a Atenas en cabeza de una confederación panhelénica. Amplió al máximo la flota ateniense y la mantuvo perfectamente equipada. Adornó Atenas con magníficos edificios, como el Partenón y los Propileos de la Acrópolis. Muerto Cimón en 449, Tucídides, hijo de Melesias, se convirtió en el principal líder de la oposición, pero, condenado al ostracismo en 444, no le quedaron a Pericles adversarios de importancia.
Contribuyó grandemente a la permanencia en el poder de Pericles su brillante oratoria; algunos de sus discursos se conservan en las obras del historiador Tucídides. Su capacidad de acción se manifestó especialmente en las siguientes ocasiones: en el año 461, ayudado por Efialtes, arrebató al tribunal del Areópago sus poderes políticos; en 454 estuvo al mando de las tropas que invadieron Sición y puso sitio, aunque sin éxito, a la ciudad de Oeniadea, en la región de Acarnania; en 448 llevó un ejército a Delfos; en 445 recobró el dominio de la isla de Eubea, que se había sublevado; en 440 reprimió la revuelta de Samos; en 433 apoyó la conclusión de una alianza con Corcira y combatió a Megara, lo que condujo directamente al choque con Esparta y al estallido de la Guerra del Peloponeso. Los espartanos sitiaron entonces Atenas y Pericles murió víctima de la epidemia de peste que asoló a la ciudad que tanto había contribuido a engrandecer.
En su vida personal, divorciado de su primera esposa, Pericles se unió a la famosa cortesana Aspasia de Mileto, que hizo de su hogar el centro de reunión de los hombres más eminentes de la época, pero no pudo ser su mujer por impedirlo una ley que él mismo había promulgado.
Pericles fue el primer ciudadano de Atenas durante más de treinta años debido a sus constantes reelecciones como arconte estratega y su actividad política, aunque no exenta de algunos escándalos, se distinguió en líneas generales por la integridad de su conducta y la nobleza de sus ideales, con el designio (que no pudo cumplir) de hacer de Grecia una sólida alianza de Estados bajo la dirección ateniense.
Fuentes: "La Atenas de Pericles" (C. M. Bowra).
Imagen: Pericles, estratega y caudillo de Atenas.

miércoles, 3 de julio de 2024



La hegemonía de Atenas (II).
A partir de 461 a. C., Pericles, gobernante ateniense, incrementó el poder de los tribunales de justicia en detrimento del Areópago. Envió también una gran expedición a Egipto para ayudar en la sublevación contra el Imperio persa, aunque después de seis años de guerra la expedición fracasó (455 a. C.). La conducta de Esparta al despreciar las tropas que marcharon a apoyarla, como vimos en el capítulo anterior, desagradó mucho a Atenas, que renunció a su proyectada alianza con los lacedemonios y entró en relaciones con Argos y Tesalia.
Entretanto, la flota ateniense (la más poderosa de Grecia) atacaba a Egina y Megara, ciudades refractarias a permanecer en la Liga de Delos. La escasez de recursos dentro del territorio del Ática y la necesidad de obtenerlos en el exterior explican el agresivo comportamiento ateniense. Derrotada en Tanagra por las fuerzas combinadas de Esparta y Beocia (457), Atenas reanudó su ofensiva cuatro meses más tarde y la victoria de Enofita la hizo dueña de Beocia y de las regiones adyacentes hasta las Termópilas. Se permitió regresar del ostracismo a Cimón (454) y por su mediación se concertó la paz con Esparta por un periodo de cinco años, con lo cual Atenas se vio libre para atacar de nuevo a Persia.
Pero la suerte le volvió la espalda a Atenas. Los beocios se sublevaron y la derrotaron tan severamente en Queronea (447) que se vio obligada a retirarse del país. La isla de Eubea se rebeló también, y Megara y Argos rompieron su alianza y se alinearon con Esparta. La tregua de cinco años ya había llegado a su fin, creciendo en cambio la amenaza de un conflicto general. Pericles consiguió someter a Eubea, pero se vio forzado a concertar una nueva paz con Esparta (446-445), con la intención de que durase treinta años.
Aparte de la política exterior, bajo el gobierno de Pericles Atenas se convirtió en la ciudad más bella y civilizada del mundo. Pericles tuvo la fortuna de contar con los más grandes arquitectos y escultores de su tiempo, entre los que destacaba Fidias. La obra de estos artífices se vio reflejada, sobre todo, en los majestuosos monumentos de la Acrópolis. Atenas fue cuna de los célebres poetas dramáticos Esquilo, Sófocles y Eurípides, y del mordaz Aristófanes, con los cuales los espectáculos teatrales alcanzaron un nivel sin parangón en la Antigüedad. Atraídos por su cultura, de todas partes acudían a Atenas filósofos y sabios, como Anaxágoras de Clazomene, que ejerció considerable influencia sobre el propio Pericles. Parece ser que Hipócrates ejerció y enseñó medicina en Atenas, teniendo incluso una destacada actuación durante la epidemia de peste de 430 a. C., aunque no se tiene una completa certidumbre de ello. Por último, los estudios históricos cobraron notable auge con el rigor de la obra del ateniense Tucídides.
A la biografía de Pericles estará dedicado el próximo capítulo de esta serie.
Fuentes: "Historia de Grecia" (Hermann Bengtson).

Imagen: Reconstrucción ideal del Partenón, con el friso decorado por las esculturas de Fidias.


lunes, 17 de junio de 2024


La hegemonía de Atenas (I).
Tras la retirada de los persas, los atenienses, aliados con los jonios y con los habitantes de las islas del Egeo, embarcaron con dirección al Helesponto para comenzar el asedio de la ciudad de Sestos. En 478 a. C., los espartanos enviaron a Pausanias a apoderarse de Bizancio, pero este general (vencedor en Platea), seducido por el lujo y el esplendor de los persas, olvidó su fidelidad a Grecia. Los aliados confiaron entonces el mando a los jefes atenienses y Atenas fundó la Liga de Delos (477), una confederación que se mantuvo durante más de 20 años como alianza defensiva. Sin embargo, el poder de los atenienses sobre sus asociados se hizo poco a poco despótico: los primeros se apropiaron de los fondos puestos en común, las ciudades que intentaron retirarse de la Liga fueron obligadas a permanecer en ella y en 440 solamente Samos, Quíos y Lesbos mantenían su libertad e independencia.
En la época de la última invasión persa (480), el gobierno de Atenas se concentró en el aristocrático Areópago, pero el espíritu democrático, que había aumentado en la ciudad desde los tiempos de Clístenes y que recibió gran estímulo por los éxitos de 490 y 480, encontró su expresión en las figuras de Temístocles y de Efialtes. Temístocles, que, a pesar de sus grandes servicios tanto en Salamina como en la reconstrucción de las murallas de Atenas y de la fortificación del Pireo, era aborrecido por las familias nobles, fue condenado al ostracismo (471) y posteriormente acusado de ser partidario de los persas, lo que le obligó a pedir la protección del propio rey de sus antiguos enemigos (464). Por su parte, Efialtes había iniciado una dura campaña política para reducir los poderes del Areópago, pero al poco tiempo pereció a manos de un sicario (461).
A la muerte de Efialtes, su compañero Pericles, un miembro de la familia de los Alcmeónidas, fue puesto al frente del partido democrático. El jefe del partido aristocrático era Cimón, hijo de Milcíades, el héroe de Maratón, pero cayó en desgracia y fue condenado al ostracismo por haber persuadido al pueblo a que enviase ayuda militar a Esparta contra la sublevación de los esclavos mesénicos, una ayuda que fue enérgicamente rechazada por los espartanos. Desde ese momento las dos ciudades-estado más importantes de Grecia iniciaron una rivalidad que engendraría en el futuro cruentas luchas.
Fuentes: "Historia de Grecia" (Hermann Bengtson).
Imágenes: Busto de Temístocles.

viernes, 3 de mayo de 2024

 

Las Guerras Médicas.
El siglo V a. C. señala tres grandes acontecimientos en la historia griega: las guerras contra los persas (llamadas "médicas" por la identificación que se hizo entre persas y medos), el encumbramiento de la potencia ateniense y la Guerra del Peloponeso. Atenas se iba a convertir en el estado preponderante, pero Grecia, que parecía unida cuando se trataba de oponerse a un invasor, se encontraba irremediablemente dividida.
El rey persa Ciro el Grande había conquistado el reino de Lidia, en Asia Menor, en 547 a. C. En 519, Darío (un sucesor de Ciro) sometió a las ciudades griegas de la costa Jonia y a las islas de Lesbos, Quíos y Samos. En 499, los jonios de Asia se rebelaron contra el dominio persa y solicitaron la ayuda de Atenas, que, fiel a su estirpe jonia, se implicó en la lucha enviando 20 naves. Sofocada sin embargo la sublevación, un ejército y una flota persas invadieron Grecia al mando de Mardonio. La flota fue destruida por un temporal en el promontorio del monte Athos (492), en tanto que las fuerzas de tierra se veían obligadas a retirarse de Tracia. Así concluyó la que es considerada por algunos como la primera guerra médica, aunque es más común calificarla como antecedente directo de las otras dos contiendas libradas entre griegos y persas.
La primera guerra médica propiamente dicha se inició dos años más tarde (490 a. C.), cuando Darío envió 600 naves y un ejército de 25.000 hombres para conquistar el Ática. Estaba asesorado en esta ocasión por Hipias, el antiguo tirano ateniense que buscaba recuperar el poder. Unos miles de soldados atenienses mandados por Milcíades y apoyados únicamente por la ciudad de Platea (los espartanos se excusaron y cuando decidieron intervenir en la guerra ésta ya había concluido) salieron al encuentro del contingente persa y lo destrozaron en la llanura de Maratón. Darío tuvo entonces que desistir de su plan, no sin antes jurar vengarse de los griegos.
En la primavera del año 480 a. C., Jerjes, hijo de Darío, cruzó el Helesponto con un ejército de más de 100.000 hombres y una flota de 1.200 naves, y marchó decidido a la conquista de Grecia (segunda guerra médica). La alarma cundió entre las "poleis" griegas y varios territorios decidieron rendirse, como Tesalia, Lócrida y gran parte de Beocia. Algunas ciudades optaron por mantenerse neutrales (Argos). Pero Atenas, Tebas, Tespias, Corinto y Esparta eligieron plantar cara a los persas. La flota griega se encontró con la persa en Artemisio, al norte de la isla de Eubea, y libró un combate de resultado indeciso. En el paso de las Termópilas, el rey de Esparta Leónidas con sus 300 "hoplitas", a los que se sumaron otros efectivos de Tebas, Tespias y Focea, aguantó durante tres días el ataque de fuerzas enemigas muy superiores en número, hasta que, ayudados por un desertor tracio, los persas rodearon a los griegos por la retaguardia y los aniquilaron. A raíz de esto, Atenas fue evacuada y Jerjes pudo ocupar la ciudad.
Entretanto, Temístocles, comandante ateniense, impuso su criterio de atraer a los persas a una batalla naval decisiva en la bahía de Salamina. Cogida en una mala posición, la flota persa fue derrotada contundentemente y perdió más de 200 naves. Jerjes entonces decidió retirarse de Grecia, pero dejó allí a su general Mardonio, que acampó al ejército en Tesalia para pasar el invierno. En la primavera del año 479, los persas reanudaron su ofensiva hacia el sur, devastaron el Ática y Atenas, y se dirigieron a Beocia para sitiar Tebas. Un ejército griego al mando del espartano Pausanias los persiguió y en la batalla de Platea logró vencerlos por completo. Al mismo tiempo, la flota griega volvía a batir a la persa frente al promontorio de Micala (Asia Menor). De esta forma fue abatido el orgulloso poderío persa. En el año 480, los griegos de Siracusa habían derrotado también a los cartagineses en Himera (Sicilia).
Fuentes: "Historia de Grecia" (Hermann Bengtson).
Imagen: Batalla de Salamina.