"Aquel cuyo nombre está escrito en el agua". Epitafio en la tumba de John Keats.
lunes, 21 de abril de 2014
EL PELIGRO
Mujer que de hermosura emites llamas,
fuego ceñido que mi ser calienta
e inunda en claridad, o lo alimenta
con roja savia de candentes ramas:
el final del invierno, que proclamas,
sobre mi piel y mi escritura alienta,
borrando la penosa impedimenta
de sus crudas y estériles retamas.
Acerco a ti mis brazos, confiando
que en el calor de tu divina brasa
no ha de morirse lo que está incubando.
Mas, ¡ay de mí!, que entonces ya sin tasa
tu hoguera se propaga, calcinando,
y en tu furor a mi imprudencia abrasa.
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"No caigáis en la tentación", nos dicen. Pero al poeta no se le puede impedir que, al menos, la describa en sus versos...
ResponderEliminarjejeje... según lo dices la "tentación" debía merecer la pena. Otro soneto de maestro Rafael.
ResponderEliminarLo merecía... y lo merece, Roberto. Gracias por tu elogioso comentario.
EliminarTodos somos tentados por la belleza. El peligro no es caer en el deseo, sino reprimirlo. Grandes palabras Rafael, muchas gracias Poeta.
ResponderEliminarTú lo has dicho, José. Para la poesía no hay represión que valga. Muchas gracias a ti por la acogida que siempre me dispensas.
Eliminar¡Excepcional! Cuanta sensualidad y pasión tiene este bellísimo soneto...!! Ha merecido la pena esperar porque le has dado vida a esta bella dama. ¡Sin aliento me quedo! Felicidades poeta. Gracias por deleitarnos.
ResponderEliminarSensualidad y pasión que en la métrica del poema parecen domadas... pero sólo lo parecen.
EliminarPues lo has domado, te lo aseguro. Lo he leido no sé cuantas veces pero en la primera, me enganchó. Es puro fuego.
EliminarLa felicidad del poeta (de cualquier artista) se encuentra en comentarios como el tuyo. ¡GRACIAS!
EliminarGracias Rafael Simarro por este soneto ya sea de llama o no cuando el poeta le sigues las rimas si puedes escribir más pasión no hay quien lo impida como tú dices, es un placer leer para el lector los bellos versos,agradecida,saludos, Guadalupe.
ResponderEliminarLas rimas, en este caso, apenas pueden contener la pasión, que, cual agua hirviente, se escurre entre ellas... Gracias, Guadalupe.
Eliminar..la mujer parece también arder de deseo y envuelve al poeta en sus llamas..fantástico poema!!
ResponderEliminarUna interesante apreciación, Julia.
EliminarQué poema más erótico, me ha encantado...
ResponderEliminarEs un placer para mí que te guste.
EliminarDe hecho está presente esa carga en el poema.
EliminarUna "carga" que se acentuará más en venideros poemas...
Eliminarbellisimoo!!!
ResponderEliminarGracias, amiga, intento mantener el nivel para no defraudar a los lectores.
EliminarRafael eso jamás sucederá!!
EliminarNo hay que dormirse en los laureles...
EliminarExcelente.
ResponderEliminarAgradezco mucho tu opinión, siempre valiosa en esta página...
EliminarBonito soneto Rafael.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo.
EliminarEs que las tentaciones parece que las pinta el diablo... Pero como bien dices, no se puede impedir al poeta que por lo menos las plasme en sus versos. Un placer leerte Rafael.
ResponderEliminarNo, no se puede impedir, porque iría contra la libertad, y ésta es sagrada. Un placer reencontrarte, Antonia.
EliminarY qué grato es el placer de consumirse en el fuego deseado, muy buen soneto.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias por tu comentario y te doy la bienvenida a mi blog.
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