martes, 4 de noviembre de 2025

La idea de que sólo puede alcanzarse la unidad política de un Reino cuando va acompañada de la unidad religiosa no la inventaron los Reyes Católicos, sino que se hallaba ampliamente extendida en la Europa del último cuarto del siglo XV. Pues bien, la unidad así concebida entraña una especie de "cohesión moral", una identidad de pensamientos y actitudes que caracterizó marcadamente a los españoles del llamado Siglo de Oro.

Lo primero que hicieron Fernando e Isabel, con la especial ayuda del cardenal Cisneros, fue reorganizar a fondo la Iglesia española. Las condiciones morales del clero mejoraron y los obispos dejaron de comportarse como señores feudales pendientes de las facciones nobiliarias. La depuración y fortalecimiento de las instituciones eclesiásticas constituyen factores que explican en gran parte el fracaso de la posterior reforma protestante en nuestro país.
Pero los Reyes Católicos también eran (como sus antecesores) reyes "de las tres religiones", y tenían súbditos cristianos, judíos y musulmanes. La coexistencia de estas tres confesiones, presente durante toda la Edad Media, no estuvo exenta de conflictos. Los judíos vivían en barrios (aljamas) dentro de las grandes ciudades, dedicados a la artesanía y al comercio, en particular el de los préstamos (usura). En los siglos XIV y XV eran frecuentes las reyertas callejeras seguidas de matanzas de hebreos en los territorios de Castilla y Aragón. Se generalizó el número de los llamados "conversos", es decir, judíos que impelidos por la conveniencia aparentaban abrazar el cristianismo, pero no con eso disminuyeron las luchas con los "cristianos viejos". Para remediar un problema que tendía a enconarse y para averiguar quienes eran en realidad unos falsos conversos, Fernando e Isabel solicitaron al Papa en 1478 la introducción del Tribunal de la Inquisición.
Resulta difícil abordar con objetividad un tema que se ha convertido en pilar fundamental de la leyenda negra antiespañola. Antes que nada hay que señalar que, en aquellos tiempos (y por contraste con los actuales), la intolerancia en materias de fe se consideraba una virtud en todos los países del mundo civilizado. Pero no parece justo criticar a la Inquisición española sin hacer lo mismo con similares tribunales que ejercieron en el resto de Europa. Se estima que en los primeros 10 años fueron condenados a muerte unos cuantos centenares de judíos que se hacían pasar por cristianos. El número exacto se desconoce; Henry Kamen da la cifra de 2.000 ejecutados entre 1480 y 1530, y Geoffrey Parker calcula que en los 350 años que duró la Inquisición causó la muerte de entre tres y cuatro mil personas como máximo. Por otra parte, también es cierto que las sangrientas contiendas entre cristianos viejos y nuevos fueron cortadas de raíz. En cuanto a los procedimientos y métodos de los inquisidores, por más que repugnen a nuestra sensibilidad de hoy, no eran más crueles que los que se usaban comúnmente en la administración de justicia de la época.
El poder del Santo Oficio solamente se extendía a los "bautizados" y, por consiguiente, nada podía contra los judíos que conservaban públicamente su religión. La Inquisición evitó las luchas religiosas, no la existencia en España de otras religiones. En torno a 1490 quedaban aún unos 200.000 judíos no conversos y más de un millón de musulmanes, incluyendo el reino de Granada.
Fuentes: "Historia de España Moderna y Contemporánea" (José Luis Comellas, Universidad de Sevilla).
Imagen: "Matanza de judíos en Barcelona", lámina de Josep Segrelles.