miércoles, 3 de julio de 2024



La hegemonía de Atenas (II).
A partir de 461 a. C., Pericles, gobernante ateniense, incrementó el poder de los tribunales de justicia en detrimento del Areópago. Envió también una gran expedición a Egipto para ayudar en la sublevación contra el Imperio persa, aunque después de seis años de guerra la expedición fracasó (455 a. C.). La conducta de Esparta al despreciar las tropas que marcharon a apoyarla, como vimos en el capítulo anterior, desagradó mucho a Atenas, que renunció a su proyectada alianza con los lacedemonios y entró en relaciones con Argos y Tesalia.
Entretanto, la flota ateniense (la más poderosa de Grecia) atacaba a Egina y Megara, ciudades refractarias a permanecer en la Liga de Delos. La escasez de recursos dentro del territorio del Ática y la necesidad de obtenerlos en el exterior explican el agresivo comportamiento ateniense. Derrotada en Tanagra por las fuerzas combinadas de Esparta y Beocia (457), Atenas reanudó su ofensiva cuatro meses más tarde y la victoria de Enofita la hizo dueña de Beocia y de las regiones adyacentes hasta las Termópilas. Se permitió regresar del ostracismo a Cimón (454) y por su mediación se concertó la paz con Esparta por un periodo de cinco años, con lo cual Atenas se vio libre para atacar de nuevo a Persia.
Pero la suerte le volvió la espalda a Atenas. Los beocios se sublevaron y la derrotaron tan severamente en Queronea (447) que se vio obligada a retirarse del país. La isla de Eubea se rebeló también, y Megara y Argos rompieron su alianza y se alinearon con Esparta. La tregua de cinco años ya había llegado a su fin, creciendo en cambio la amenaza de un conflicto general. Pericles consiguió someter a Eubea, pero se vio forzado a concertar una nueva paz con Esparta (446-445), con la intención de que durase treinta años.
Aparte de la política exterior, bajo el gobierno de Pericles Atenas se convirtió en la ciudad más bella y civilizada del mundo. Pericles tuvo la fortuna de contar con los más grandes arquitectos y escultores de su tiempo, entre los que destacaba Fidias. La obra de estos artífices se vio reflejada, sobre todo, en los majestuosos monumentos de la Acrópolis. Atenas fue cuna de los célebres poetas dramáticos Esquilo, Sófocles y Eurípides, y del mordaz Aristófanes, con los cuales los espectáculos teatrales alcanzaron un nivel sin parangón en la Antigüedad. Atraídos por su cultura, de todas partes acudían a Atenas filósofos y sabios, como Anaxágoras de Clazomene, que ejerció considerable influencia sobre el propio Pericles. Parece ser que Hipócrates ejerció y enseñó medicina en Atenas, teniendo incluso una destacada actuación durante la epidemia de peste de 430 a. C., aunque no se tiene una completa certidumbre de ello. Por último, los estudios históricos cobraron notable auge con el rigor de la obra del ateniense Tucídides.
A la biografía de Pericles estará dedicado el próximo capítulo de esta serie.
Fuentes: "Historia de Grecia" (Hermann Bengtson).

Imagen: Reconstrucción ideal del Partenón, con el friso decorado por las esculturas de Fidias.