"Aquel cuyo nombre está escrito en el agua". Epitafio en la tumba de John Keats.
lunes, 19 de diciembre de 2016
EL DEFECTO
"Quiero
modelar ascuas con las manos
y no quemarme;
morder la pulpa perturbadora
de una boca
y no perderme;
dormir junto al recinto
cálido de un cuerpo
y no purgarlo el resto
de mi vida;
volcar la voz
en el único vaso apetecido
y no verme en la fuerza
de silenciarla
para los demás;
acometer la construcción
de una pared ingente
y no dejar que fallen
sus cimientos;
aprisionar mil astros en un puño
y no yacer después
entre lacerantes tinieblas...".
Cuando tú oyes estas cosas
empiezas a sonreir
con ironía,
soliendo afirmar que mi defecto
es que no acepto los límites.
Muy gentil de tu parte.
¡Como si yo necesitase
que me lo recordaran...!
domingo, 4 de diciembre de 2016
LOS DIEZ LEPROSOS
Con dulce acento y sanadora mano,
igual que un albo lirio,
el Señor alumbraba los senderos
del yermo palestino.
Nos cuentan los escuetos Evangelios,
de la misión testigos,
que multitudes sin pastor salían
al paso del Ungido.
Jamás volvió de pedernal el rostro
ante el ruego o el signo,
ni dejó de volcar sus bendiciones
sobre los peregrinos.
Encontró, cierta vez, a una decuria
de leprosos proscritos
que desde lejos y con fuertes voces
imploraban auxilio.
La dura ley que de Judá cumplían
forzaba su ostracismo.
¡Si brota de los hombres el repudio
el amar es divino!
Avergonzados del voraz estigma
se mostraban huidizos,
cubriendo con harapos la miseria
de los miembros pestíferos.
Pero un Verbo potente les ordena
acudir redimidos
ante los sacerdotes que en el Templo
celebraban concilio.
Las fieras costras que los maniataban,
al andar el camino,
se fueron desprendiendo, en un otoño
de pétalos malditos.
De todos ellos, un samaritano
solamente convino
en regresar adonde Dios al mundo
prestaba su servicio.
Cuando miró la ingratitud palmaria,
la escasa fe del siglo,
el grande y puro corazón de oro
velósele al Rabino...
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