"Aquel cuyo nombre está escrito en el agua". Epitafio en la tumba de John Keats.
jueves, 24 de noviembre de 2016
LA HEREDAD
Igual que el esquilón
su palabra de bronce
difunde en el añil de la mañana,
desvaneciendo luego
la onda del tañido
a los pies de las casas silenciosas.
Semejante al ocaso, que acuarelas
dibuja entre las nubes
desvaídas, con pluma
de su encendido soplo inexplicable,
justo un momento antes
de que caigan las alas de la noche.
Como el hilo delgado del arroyo
entre peñas naciente
que, obedeciendo siempre a su destino,
abre el cauce anheloso
y engrosa las arterias de los ríos
para buscar la muerte
en el seno profundo
del dilatado mar.
Como el distante vuelo de las águilas,
escritura del cielo,
se abate hasta la tierra
obligado del hambre que, imperiosa,
hace valer su ley
sobre todo lo vivo.
Igual que las espigas
el pujante esplendor
entregan a las hoces del estío,
para después, en pajas,
su topacio quebrado
esparcir bajo el sol de la meseta.
Así persigue el surco de mi vida
la esperanza en sazón,
la heredad de las rimas,
mientras el tiempo, leñador protervo,
amontona mis troncos para el fuego.
miércoles, 9 de noviembre de 2016
LA BÚSQUEDA
¿Por qué te busco con fanal baldío
a través de mi vida? ¿Por qué gime
del corazón la noria y no se exime
de su rodar monótono y vacío?
¿Por qué no me regala el señorío?
¿Por qué mi soledad no se redime
al contacto de muchos? ¿Por qué imprime
inconformista marca el afán mío?
Mis preguntas no alcanzan parabienes.
Tu pesquisa constante es lo que toca
en este pulso en ascuas de mis sienes.
Carne nací y no insensible roca.
Demando a gritos el jardín que tienes.
Yo soy la sed: el manantial, tu boca.
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