"Aquel cuyo nombre está escrito en el agua". Epitafio en la tumba de John Keats.
miércoles, 21 de enero de 2015
EL VESTIDO NUEVO
Voluptuosa y al dolor ajena
mi Luz está probándose un vestido,
al junco esbelto de su piel ceñido
como un fulgor, como una luna llena.
Parece palpitar la blanca arena
al irradiar belleza, contenido.
En plena oscuridad ha amanecido
entre el marfil, la nieve y la azucena.
Mi amada se contempla, se pondera
frente al veraz cristal indiferente
que se colma de pájaros riendo.
Mientras al borde de su primavera
yo la imagino, en éxtasis creciente,
de mi pasión aislada feneciendo.
miércoles, 7 de enero de 2015
POETAS ROMÁNTICOS INGLESES: CANTO XIV
Amarga flor del insomnio, ¿eres tú quien me habla?
En la soledad de mi habitación reinan
las sombras... Un extraviado pájaro
entró por la ventana, tropezó con los muebles
y luego volvió a salir, como un miedoso
peregrino del aire, sin que los visillos
apenas se agitasen, tanta es la quietud
que reposa su mano dormida
sobre la opaca geografía de la tierra,
sobre el estuario de las horas silentes.
¿Eres tú, suspiro pálido de una estrella?
Esa temblorosa desnudez entre las ramas
del árbol se quiere ocultar, tímida
doncella casi velada por el movimiento
de las hojas, concreta palabra
dicha en este momento para mí
o pronunciada desde hace cientos de años,
gema traída por las olas
a esta playa sucia de algas melancólicas
que ahora me parece mi existencia.
¿Acaso tú, beso taciturno del viento?
Penetras en el bosque de mis ideas
igual que si fuera tu casa, revuelves
en mis ropas, mis enseres,
dejando en todo ello los amortiguados rumores
del tráfico, la humilde oración
campesina y la plegaria grandiosa
de los desiertos, mensajero de la Naturaleza
que me incitas a amar, ignorando
la pesadumbre que embarga mi espíritu.
¿O eres tú, dolor mío, viejo compañero?
Sí, te reconozco, advierto en ti las mismas
señas de siempre. Dobla, por tanto, mi cabeza
humillada, toca mis sienes, sé el abatido trono
de mi presunción, la celda de mi libertad,
puesto que Aquélla a quien tanto quería
ofendida se ha marchado muy lejos,
sin decirme siquiera si ha de volver,
y jamás creí, antes de esta lóbrega madrugada,
en medio de sus recuerdos hallarme tan perdido.
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