"Aquel cuyo nombre está escrito en el agua". Epitafio en la tumba de John Keats.
lunes, 23 de junio de 2014
LO QUE ERES
Dueña y señora que divinas mieles
derramas en mi frente, boca, ojos;
alcaldesa que abate los cerrojos
para que escapen mis palomas fieles.
Gobernanta de todos mis pinceles;
ama de llaves para mis antojos;
enfermera paciente en los enojos;
duquesa que hace rosas de las hieles.
En mi ajedrez, la Dama que conquista,
amazona con arco o cazadora
buscando presa con la blanda vista.
Soberana de ayer, mañana, ahora;
y, sin nada que estorbe ni resista,
emperatriz de un alma que te adora.
jueves, 12 de junio de 2014
INVENTARIO
Haces que el fardo de la edad sostenga
con su ilusión el ánima de cierto
y que tu claro astro, descubierto,
todas las noches a mi lecho venga.
Logras que el aura a levantar se avenga
las velas de mi pluma, que en concierto
navegue mi palabra y que en tu puerto
singladura de estrofas se detenga.
Por si esto fuera poco todavía,
pones ante mis pies una vereda
que largamente mi destino guía.
No puede ya talarse esta arboleda,
ni habrá celosa y ciega tiranía
que al sentimiento reprimir conceda.
lunes, 2 de junio de 2014
POETAS ROMÁNTICOS INGLESES: CANTO XI
Cuando contemplo en el cielo
el batallar de la confusa tormenta,
y en las copas de los árboles el azote
del viento, que golpea semejante
a un agitado corazón,
mirando el desorden tempestuoso
que de improviso somete
a la Naturaleza a su albedrío,
deshaciendo la arquitectura del sosegado
mundo y volviéndolo a reconstruir
conforme al designio de una hora.
Cuando presencio en la cumbre
despeñarse torrentes de piedra,
con el fragor de la avalancha
que devora los contornos de algún cuadro
bucólico, atronando la quietud
de los valles dormidos,
obligados por fuerza a enrolarse
en la violenta rebeldía
de los titanes apresados en la tierra,
que quieren de su argolla libertarse.
Cuando al borde del acantilado resbaladizo
escucho el rugido insistente
de las panteras marinas, el grito
de la selva de olas y espumas
que se abre bajo mis pies,
perturbadora visión obsesiva
dueña de las débiles potencias del ánimo,
dédalo verde y gris, destino
frente al que reconozco
de manera completa mi reflejo de náufrago...
En tales momentos lentamente comprendo
que mi soledad sólo encuentra paz
en medio del trastorno, que habiendo abandonado
el Amor a mi vida nada en el orbe
guarda ya el equilibrio, que mis lágrimas
anhelan la destrucción
y que, en ausencia de aquélla
que en su ser infinito me embriagó con su gracia,
el emocionado cultivo de lo hermoso
se torna adicción irremediable
al opio de deseos que nunca se alcanzaron.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)